Las imágenes de todo tipo –visuales, olfativas, kinestésicas, auditivas, gustativas, táctiles– son en nuestro tiempo una forma continua de comunicación. Las pantallas dando información y produciendo todo tipo de estímulos circulan por doquier. Crean un mundo más proclive a lo holístico, sensorio, emocional que la palabra escrita, que supone un procesamiento mediado por ella, evolutivamente adquirido con posterioridad en el desarrollo.
La escritura surgió con los jeroglíficos en Egipto hace aproximadamente unos cinco mil años. En los inicios de la escritura jeroglífica estaban las imágenes visuales.
En este mural en la tumba de Knumhotep, 1900 a C, se le ve como nos muestra Gombrich en su Historia del Arte: "grande en peces, rico en aves, adorador de la diosa de la caza arponeando peces…". La primera lista de jeroglíficos en la parte superior dice: "En una jornada en barca por la charca de los patos silvestres, los pantanos y los ríos con la lanza de dos puntas atravesó treinta peces". Véase la correspondencia entre el texto y los jeroglíficos.
Siglos después los cristianos divulgarían la doctrina con imágenes en un mundo todavía iletrado.
Hoy el conocimiento se transmite en buena medida por imágenes. No solo por la palabra escrita. Ello impacta de forma diferente nuestro cerebro y sensibilidad. Se profundiza en la inteligencia emocional, hemos indagado en la importancia de ello en la salud, estamos fuertemente influenciados por lo que las imágenes nos transmiten.
La estética como expresión en la vida cotidiana, el auge de lo femenino en sus rasgos holísticos, sensorio, motrices y la divulgación por imágenes se conjugan acentuando las características de una población envejecida.
Si bien sabemos que la vejez es la etapa de la vida de mayor diferenciación entre unos y otros porque seguramente hemos vivido diferente y ello se pone en evidencia, también podemos afirmar que las emociones son, para bien o para mal, aquello que sigue dando sentido a la vida. Nuestros sentidos pueden verse afectados por los años, puede que necesitemos dispositivos que ayuden a ver u oír mejor, pero algo de nuestro ser emocional se ha expandido y podemos decir con el poeta Roberto Juarroz: "La vida nos acorta la vista y nos alarga la mirada".