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Lunes 3 de marzo de 2025
1 minuto
Hoy desperté con la peor noticia que uno puede recibir. El fallecimiento inesperado de un amigo. Pero no de cualquier amigo. Un amigo en mayúscula, Aldo Olcese. Persona buena donde las hubiera, que se pasaba la vida haciendo el bien, sin hacer ruido, sin que nadie supiera el cúmulo de buenas acciones que hacía para ayudar a muchísimas personas. Generoso, afable, amigo de sus amigos, apasionado defensor de la justicia social, intelectual comprometido, y sobre todo, maravilloso ser humano.
La vida nunca es justa y cuando la muerte arrebata a una persona que tiene tanto que ofrecer, tanto que hacer por el bien de la humanidad, queda un sentimiento de pérdida irremplazable y una tristeza infinita. Un sentimiento que solo se mitiga en una pequeña parte si crees que hay algo superior y que ahora ya está bajo su protección.
Descansa en Paz mi querido Aldo y que todo lo bueno que has hecho en la tierra, te sea devuelto con creces en la otra vida y que Paqui, tus niñas y todos los que tuvimos la enorme suerte de conocerte, de quererte, de disfrutar de tu cariño y de ser testigos de tu bonhomía, podamos consolarnos de esta pérdida honrando tu legado y tu memoria. Hasta siempre querido amigo.