Joaquín Ramos López
Joaquín Ramos López es abogado, vicepresidente de la Comisión Séniors del Ilustre Colegio de la Abogacía de Barcelona (ICAB) y autor del blog Mi rincón de expresión.
… saber más sobre el autorMiércoles 19 de abril de 2023
3 minutos
Discreción, exquisita palabra de presumible significado y múltiple aplicación coloquial. Ella sola puede convertirse en título de comentario, objeto de coloquio y hasta de debate de opinión.
Basta acudir a DRAE y leer en sus acepciones tanta referencia importante: juicio, razón, ingenio, sensatez, prudencia, etc.
Debiera ser esta, la discreción, una actitud principal en el ordinario comportamiento del ser humano. Ella sola, la discreción, bastaría para que la inmensa mayoría de realizaciones personales tuviesen el efecto deseable para todos los implicados en cada finalidad.
¿Imaginan observar prácticas de conducta discreta girando una mirada a su entorno personal, en un lugar y momento cualesquiera? Es un disfrute, de verdad, porque se pueden encontrar algunas y pensar en lo bueno de que fuesen muchas.
Paramos cuenta normalmente en las actitudes anormales y gamberras. Nos parece corriente y aceptado socialmente que cada cual se procure lo mejor de cada cosa y le importe menos lo del otro. Nos sorprende que alguien se frene y ceda el paso o de quien guarda silencio educadamente mientras el resto eleva su voz.
Llevar una vida discreta puede parecer para algunos, de aquella otra persona, lo es porque se recoge pronto en su casa, no asiste a eventos con frecuencia, o se limita a tener una relación social formalista. Que cumple con su tarea, escucha y opina al final.
Es algo más. Ser discreto en las formas es guardar la compostura, cuidar la imagen al nivel de su condición, la que sea, y cumplir con lo que se espera de alguien que actúa con la rectitud deseable para la práctica de la buena educación.
Resulta curioso que, con la misma locución, de quien obra “a discreción”, se pueda caracterizar a la persona que goza de un buen juicio habitualmente, entendiendo como tal el hacer razonable y equitativo las cosas según el interés general y, paradójicamente, se diga también que procede “a discreción” el que lo hace para su bien particular y sin limitaciones.
Es muy común citar la discreción como argumento protector de una comunicación, noticia, informe o recado. Trátase entonces de pedir a quien recibe el encargo de cuidar expresamente sea cumplido guardando secreto a terceros.
Hay un uso particular del concepto “a discreción” cuando se ofrece disponer de algo, consumir algún producto, entretenerse en cierto lugar, disfrutar de un determinado evento social, sin límite, o sea, según la voluntad y deseo del invitado. Aquí, la personalidad del discreto crece, mientras la de su contrario, se empequeñece.
Una persona discreta lo es completamente si, como puede desprenderse de esa condición clasificatoria, al mismo tiempo es prudente, sensata y goza de ser siempre oportuna; quiero decir aquí que procura distanciarse de la inoportunidad. Que sabe estar.
En ocasiones, se dejan las decisiones a adoptar, por el propio interesado para sí o para el buen fin de una corporación, “a discreción” de una determinada persona, generalmente docto o ducho en su ejecución, como profesional al efecto o institución a propósito.
Al discreto, aunque pudiera confundirnos el término, también puede considerarse circunspecto, puesto que esta expresión le añade los valores de la seriedad, decoro y gravedad en acciones y palabras.
No se si con todo lo opinado podemos coincidir, pero mi voluntad era expresar en palabra escrita que llegue a gente de bien lo importante que resulta para la comunidad humana practicar comportamientos nobles y positivos socialmente, renunciando a actitudes que no califico aquí por malsonantes. Ojalá esté Ud. también de acuerdo.