Vidas de 100 años: los desafíos de la creciente longevidad
José Manuel JiménezLunes 13 de julio de 2020
ACTUALIZADO : Lunes 20 de julio de 2020 a las 16:58 H
3 minutos
Lunes 13 de julio de 2020
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La longevidad humana viene registrando un aumento casi lineal desde hace más de un siglo en todos los países y en especial en el nuestro. España es y será cada vez más longeva. Los avances sanitarios y científicos han hecho que la esperanza de vida de los españoles haya mejorado en el último siglo a un ritmo de cuatro años por década o, lo que es lo mismo, 10 horas cada día. Hoy en día, vivimos un promedio de 82,8 años, lo que nos sitúa en la pugna por el podio mundial de la longevidad, siendo el cuarto país donde su población vive más tiempo.
No hay duda de que esta creciente longevidad se está generalizando lo cual es una excelente noticia. Pero este hecho también impulsa el denominado “riesgo de longevidad” –la probabilidad de que cada vez más individuos vivan más de lo esperado– lo que, desde un punto de vista de su cobertura social o colectiva, se configura como una de las grandes contingencias de nuestro siglo. La sociedad apenas está empezando a ser consciente del profundo cambio que esta imparable tendencia va a tener en la organización del ciclo vital.
Ante esta nueva realidad demográfica, los desafíos socioeconómicos que se plantean son muchos, así como el impacto en los sistemas de bienestar y en el ámbito laboral, sanitario, de pensiones y de dependencia. Por lo tanto, las instituciones públicas y privadas tienen la responsabilidad de adaptarse a esto. Y es que debemos tener en cuenta cómo afecta la creciente esperanza de vida en la sostenibilidad y suficiencia financiera de las pensiones de la Seguridad Social, haciendo que el ahorro previsional sea un pilar fundamental para los individuos.
Además, debemos empezar a considerar que la barrera de los 65 años en la que se basan muchas políticas tiene que revisarse en profundidad, ya que la edad biológica y cronológica de los individuos divergen cada vez más. Si hacemos una proyección demográfica de lo que supondrá esto vemos que el porcentaje de población española mayor de 65 años, que actualmente se sitúa en el 19% de la población, pasará a ser del 35% en menos de 50 años. Por lo tanto, el sistema de pensiones está obligado a otorgar rentas vitalicias públicas de mayor duración.
Este rediseño fundamental de la vida al que debemos enfrentarnos será un proceso gradual y culminará en una revolución social y económica en la que será posible lograr un mejor equilibrio entre trabajo y ocio, carrera y familia, finanzas y salud. Esta extraordinaria transición, para la que pocos de nosotros estamos preparados, supone un gran desafío para los gobiernos, instituciones, empresas e individuos.
Se deberán revisar temas tales como la edad de jubilación y las pensiones, para diseñar entre todos un sistema de retiro activo que puede ser aceptado por los recursos de la Seguridad Social; y priorizar cuestiones como la educación, sanidad las jornadas laborales y la creación de un marco legislativo y regulatorio que dé a las personas elección sobre cómo crear las múltiples etapas de su vida de 100 años.
José Manuel Jiménez (@yimy65), director del Instituto Santalucía (@santalucia_inst)