Mi hermano Jesús, mayor que yo, solía poner en la puerta de su casa, cuando nos reuníamos la familia, un cartel, que decía ”se prohíbe hablar de política y religión, y últimamente, de futbol también”. Antes de comenzar la comida familiar, todos decíamos que éramos apolíticos, que no nos importaban las decisiones tomadas por el actual Gobierno o el alcalde. La motivación era ”comer en paz”.
La paz, duraba como máximo, quince minutos. Las discusiones y los cabreos de los miembros familiares iban en aumento, ante las diversas opiniones políticas que cada uno expresaba. Alguno de mis hermanos mayores, gritaba y se levantaba de la mesa, amenazando con irse. Y eso que, todos decíamos que éramos apolíticos.
Según los diversos diccionarios consultados, una persona apolítica, es la que es ajena a la política y que expresa apatía por la misma. Es un concepto que hace referencia a aquella persona que muestra antipatía o desinterés hacia las formaciones e ideologías o posturas políticas. En ocasiones, se utiliza como un sinónimo de neutral, cuando no se está de acuerdo con ninguna postura. No debe confundirse con el apartidismo.
Los mayores y la política, es tema de interés para todos los partidos políticos, principalmente cuando se acerca elecciones, y para las consultoras especializadas. Dicen que nos conocen muy bien, y saben a quienes votamos y conocen nuestras preocupaciones. ¿Todos los mayores somos progresistas o conservadores? Me parece que nos deben de estudiar mejor.
¿Los mayores hablamos de política? ¿Somos apolíticos? ¿Nos interesa la política? ¿Los mayores estamos bien representados en todas las instituciones políticas? ¿Existen medios de comunicación y periodistas apolíticos? ¿Las asociaciones de mayores son apolíticas? Por estatutos, todas somos apolíticas.
Recordemos la afirmación de Aristóteles “El hombre es un animal político” y, como tal, plantea que el hombre no puede ser concebido fuera de su relación con el Estado en su condición de ciudadano. Y, como hemos manifestado en repetidas ocasiones, a la extrema derecha, ni agua.
Los mayores, tenemos opiniones muy diferentes, afortunadamente, y como ha dicho recientemente el escritor Lorenzo Silva “Que me cancelen. Soy mayor para callarme”.