Durante siglos, la imagen del Paraíso ha sido fuente de inspiración para artistas de todos los órdenes. Aquí vemos una de las muchas ilustraciones de Gustave Doré sobre el Paraíso como lo describió Dante.
Desde los egipcios y los griegos, las más famosas obras de la literatura mostraban la edad de oro, un tiempo maravilloso, prehistórico, donde no existía el dolor. Hombres y mujeres vivían felices sin esfuerzos ni penurias. Tal vez podríamos hoy decir que se corresponde con el recuerdo del tiempo prenatal donde el alimento viene a través del cuerpo materno y estamos protegidos de las inclemencias de frio o calores excesivos.
La humanidad se sintió durante siglos alentada por llegar a los cielos en la vida eterna. La imagen de Arcadia, verdes prados donde reinaba la felicidad y la dulzura, ha permanecido en el inconsciente colectivo.
En la modernidad, habiendo renunciado a sueños del más allá, teniendo por delante una extensa existencia después de la época de trabajo, el ser humano mantiene la búsqueda de una edad de oro.
Las personas mayores, actualmente, quieren que sus deseos se hagan realidad. Siendo muy conscientes de las inequidades y dificultades que el mundo les ofrece no renuncian a tener los ojos muy abiertos a todo lo atractivo que puedan encontrar.
Paradójicamente, en una época en que se viven más años, se ha tomado también más consciencia de la brevedad de la vida. El mayor ansía la satisfacción en su cotidiana existencia, no deja para mañana sus encuentros con personas que aprecia, conoce y construye su mundo con curiosidad y avidez y, con mayor o menor sabiduría, persiste en la búsqueda de la felicidad.