Los mayores y su capacidad laboral
Bartolomé FreireFoto: Big Stock
Jueves 7 de diciembre de 2023
4 minutos
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Jueves 7 de diciembre de 2023
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La población activa mayor de 55 años casi se ha duplicado en la última década – las personas senior continúan desplazadas del mercado laboral, disparándose su desempleo de larga duración hasta el 58% frente al 42% general", según el Observatorio de la Vulnerabilidad de la Fundación Adecco.
Estamos acostumbrados a escuchar una serie de ideas fijas sobre el menor rendimiento laboral de las personas mayores. Se trata de prejuicios que sirven de excusa para jubilar o no contratar a las de más de 55 años, sin tener en cuenta que variamos mucho en la forma en que envejecemos. Ni tampoco, que hay mecanismos que compensan los efectos negativos del avance de la edad y capacidades que se desarrollan.
Por ejemplo, se dice que tenemos dificultades para incorporar nuevos conceptos y procedimientos, sobre todo informáticos. Y aunque el tiempo de reacción y procesamiento se enlentece, podemos adquirir nuevos conocimientos si ponemos atención y contamos con tiempo y programas de formación adaptados a nuestra manera de aprender. También que nos resistimos al cambio y somos menos adaptables que los jóvenes, pero la experiencia acumulada resolviendo problemas de diferentes tipos nos da una ventaja a los mayores.
Capacidades que se fortalecen con la edad
Si bien algunas funciones cognitivas y sensoriales declinan con la edad otras, como el pensamiento abstracto, se fortalecen. A partir de los 60 te das cuenta de que no puedes confiar siempre en tus sentidos y que hay aspectos más importantes que las apariencias. La capacidad de hacer generalizaciones y representaciones abstractas de los objetos, cómo p. ej. para que sirven, guía de manera más eficaz nuestra conducta.
Entre los recursos para realizar un buen trabajo destaca la sabiduría acumulada a lo largo de los años. “La sabiduría atribuida a los mayores puede estar fundamentada neurobiológicamente como consecuencia de los cambios cerebrales que permiten a los dos hemisferios comunicarse más libremente, combinando lo lógico con lo intuitivo, lo cuantitativo con lo cualitativo, el pensamiento basado en hechos con lo artístico”, según el autor de The Changing Mind (2020, Penguin Random House) Daniel Levitin.
Es el conocimiento útil que surge de todo lo que hemos vivido y aprendido, de nuestra habilidad para reflexionar e identificar patrones en esas experiencias y poder predecir resultados futuros basándonos en ellas. Nos ayuda a tener una perspectiva más amplia desde la que emitir juicios acertados y, dejando de lado información innecesaria, centrarnos en lo esencial que debe de ser atendido. Los mayores somos mejores y más rápidos en ver todo el conjunto, en sintetizar más información y dar más soluciones. Los jóvenes toman decisiones más rápidamente que generan compensaciones inmediatas, mientras que los mayores tendemos a hacer elecciones estratégicas con un impacto futuro.
Más capaces de regular las emociones y trabajar en grupo
En cuanto a características personales y habilidades sociales existe una evidencia empírica de que los adultos mayores nos conocemos mejor y mostramos niveles más amplios de regulación de las emociones. El aumento de la edad conlleva, por tanto, un mayor equilibrio emocional, lo que reduce la posibilidad de generar conflictos y favorece la resolución de problemas interpersonales. La tendencia a priorizar las emociones positivas y una mayor habilidad para llevarse bien nos estimulan a empatizar y confiar en los demás. En la segunda mitad de la vida también se incrementa la disposición colaboradora y de transmisión del conocimiento adquirido a las generaciones más jóvenes. Esa actitud generativa favorece la gestión de personas y la eficacia del grupo.
Según nos transmite Ch. Conley en Wisdom at Work (2018, Penguin Random House), “un conocido estudio realizado en una fábrica BMW encontró que los equipos en los que predominaban los jóvenes iban más rápidos, pero cometían muchos errores. Los equipos de más edad trabajaban más despacio, pero cometían errores con mucha menor frecuencia. Los equipos mixtos resultaban más productivos …
Otros estudios encontraron que los equipos intergeneracionales funcionaban porque los empleados de más edad saben cómo encuadrar el problema y crear responsabilidad para obtener resultados, mientras que los más jóvenes, además de ser más rápidos, estaban dispuestos a tomar mayores riesgos a la hora de innovar”. Es decir, combinar a trabajadores jóvenes con adultos mayores consigue que cada grupo de edad aporte cualidades propias de su estado, creando una sinergia que incide en una mayor productividad.
Edadismo laboral, también entre los propios mayores
Me he centrado en presentar y rebatir el edadismo que permea nuestra sociedad respecto a la empleabilidad de las personas mayores. Pero el prejuicio de que a partir de cierta edad se pierde la capacidad para rendir en el trabajo puede ser asumido por los propios trabajadores mayores y precipitar jubilaciones prematuras o renunciar a la siempre difícil búsqueda de un nuevo contrato laboral. La mejor manera de evitarlo es reflexionar en que medida las creencias negativas sobre la vejez nos coartan a la hora de ser libres para actuar o relacionarnos.
Porque cómo comprobó repetidamente la Dra. Becca Levy, autora de Breaking the Age Code (2022, Vermilion), “las personas mayores con unas percepciones más positivas acerca del envejecimiento se comportaban mejor, física y cognitivamente, que aquellos con unas percepciones más negativas; resultaba más probable que se recuperaran de discapacidades severas, tenían mejor memoria, andaban más deprisa e incluso vivían más años”.
Merece la pena pararse a pensarlo.