Joaquín Ramos López
Joaquín Ramos López es abogado, vicepresidente de la Comisión Séniors del Ilustre Colegio de la Abogacía de Barcelona (ICAB) y autor del blog Mi rincón de expresión.
… saber más sobre el autorMartes 4 de abril de 2023
3 minutos
…todo es según el color del cristal con que se mira”, completa la cuarteta del célebre verso que forma parte del poema Las dos linternas de la famosa obra poética Las Doloras, de Don Ramón de Campoamor, prolífico escritor del realismo español del siglo XIX.
Sirva esa referencia únicamente para darme entrada a ponderar si la verdad y la mentira caben hoy día, más que entonces, en frases de sentido distinto y propósito igual, cuando la intención y el tiempo tienden a confundir la razón.
Digo yo que muchas veces se oye decir, o se lee en algún medio, un mensaje o intención que sorprende al hábito de entender a la primera. Los publicistas saben mucho al respecto y juegan con ello.
En tal circunstancia, la reacción puede ser desentenderse; tratar de entenderlo y facturar la conclusión al cajón de la memoria o a la papelera destructora; o bien ejercer la crítica que se crea merecer el trampantojo.
Afirmaciones y negaciones varias admiten valores diferentes según el punto de vista del intérprete. Es obvio que un interés económico enfrentado podrá generar un resultado opuesto entre dos individuos.
Esa –su– valoración siempre estará justificada para cada parte, sencillamente porque a cada cual le mueve un objetivo diferente en una causa igual. Entonces cabe decir que una verdad no excluye a una mentira en una misma situación.
Nuestro insigne autor literario del XIX, además de filósofo, senador político y académico de la Real, pasaba por parecer algo derrotista y trataba de llamar la atención sobre conductas sociales interesadas que, según fuese, creaban inconveniencias irresolubles.
Tampoco ahora mismo la verdad y la mentira, de las cosas y de las gentes, andan muy ordenadas. Es más, actualmente aquella estima moral de decir lo cierto y negar lo contrario, lejos de corregirse se ha encallado socialmente. Las menos de antes son corrientes ahora.
A menudo, el cristal con que miramos hechos y conductas es transparente para el ojo izquierdo y opaco para el derecho, cuando la coherencia de lo lógico, equitativo o moral, debiera ser uniforme.
Pero no se trata de una maldición, ni siempre son ganas de fastidiar al prójimo y quedarme yo con la más guapa. Admito que se puede tener una diferente impresión, o convencimiento, de algo y, sin embargo, saber y creer que suponen conclusiones contrapuestas.
En política se dan las pruebas más evidentes de cómo se explica lo inexplicable y se vende la mentira con la piel de una verdad. Y se promete lo imposible y se bendice su mal resultado. Sencillamente –e impunemente– porque es lo que toca y conviene en ese momento. ¡No pasa nada, infeliz votante, te pagamos con lo tuyo!
Resulta inaudito, asimismo, comprobar como una resolución judicial a luces y leyes todas, que solo puede tener una lectura y un veredicto único, promueve implicaciones distintas según sujetos o inclinaciones de conveniencias ajenas a la justicia.
No puede comprenderse tampoco –o sí– como si el ferrocarril se ha parado por falta de energía, la electricidad es escasa por reducción de combustible y el gas productor lo han cortado los rusos, son causas lógicas de origen no deseado y que impiden descarbonizar, aunque el incremento del CO2 sea malo para el cambio climático. ¿Y la guerra? También. Si, pero no , porque se defienden así de la amenaza expansionista de los otros.
Con un "En este mundo traidor…" empezaba la cuarteta protagonista.