Tradicionalmente muchas personas se han resistido a pasar los últimos años de su vida en residencias (“residencias de ancianos” las llamábamos), quedando en muchos casos como una opción de último recurso para aquellas personas con necesidades de cuidado y atención profesionales y continuadas. La alternativa era “vivir en mi casa mientras que pueda, y cuando no, en casa de alguno de mis hijos” (habría que decir que más bien de las hijas).
Según datos del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso), en España existen unas 400.000 plazas en residencias de mayores, distribuidas en unos 5.600 centros. Actualmente hay listas de espera para acceder tanto a las (escasas) plazas públicas existentes, como a las privadas, existiendo un déficit de unas 80.000 plazas para alcanzar el objetivo de disponer de 5 plazas por cada 100 mayores de 65 años, que es una recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS). De cara a 2030 será necesario crear otras 150.000 plazas adicionales para atender el incremento de la edad de la población española.
Es por ello que a nivel estatal, autonómico y municipal se están desarrollando novedosas estrategias de atención y cuidado a las personas mayores, fomentando nuevas alternativas de viviendas.
La primera opción es mejorar las propias viviendas para adaptarlas a las nuevas necesidades que la edad requiere. En nuestro Informe de tendencias 'Los sénior en España 2021' reflejábamos, en base a encuestas, que un 46% de los mayores de 55 años afirmaban que querían hacer reforma en su vivienda para adaptarla a sus necesidades. Nuevas propuestas del uso de domótica, teleasistencia evolucionada, servicios de cuidados a domicilio, etc. van a permitir a mucha más gente permanecer en su propia vivienda.
Pero como decíamos antes, cada vez surgen más alternativas novedosas y adaptadas a los gustos del colectivo, muchas de ellas a imitación de modelos implantados sobre todo en los países nórdicos, Francia y Estados Unidos.
En España, en el año 2000 se hizo la primera cooperativa de viviendas para personas mayores. Se trata del Residencial Santa Clara, en Málaga, y fue una iniciativa pionera desarrollada por un grupo de vecinos y amigos. Desde entonces han surgido más iniciativas, pero siempre impulsadas por las propias personas que decidieron desarrollar sus propias soluciones para afrontar el envejecimiento.
El auge de este tipo de viviendas colaborativas ha llevado al gobierno de España a aprobar en enero de 2022 ayudas para los promotores que apuesten por este tipo de modalidades. También diversas comunidades autónomas, la última de ellas la Comunidad de Madrid, están desarrollando regulación para apoyar y fomentar este tipo viviendas.
Aclarando nuevos conceptos de vivienda: cohousing, coliving y senior living
Cuando hablamos de este tipo de proyectos para personas mayores (conocidas en inglés como senior living), tenemos que distinguir entre cohousing, coliving y senior living resort:
-
Cohousing: Modelo de vivienda colaborativa. Las personas mayores invierten en ellas, habitualmente en forma de cooperativa, participan en el diseño del proyecto y su gestión. Disponen de su propio espacio individual privado, de zonas comunes; y comparten también servicios como limpieza, atención a la salud, gimnasio, etc.
-
Coliving: Viviendas de unos 50m2 con zonas y servicios comunes, creados por un promotor, en régimen de propiedad o alquiler. Se rigen por unas normas internas como por ejemplo la edad a la que se puede acceder a su uso.
-
Sénior Living Resort: Más enfocado a las zonas turísticas, se trata de alojamientos “todo incluido” pero diseñados específicamente para el disfrute de las personas sénior.
Teniendo en cuenta el incremento esperado del número de mayores de 65 años (del actual 19% llegaremos al 23% en España en 2030), sus características sociodemográficas y deseos, las iniciativas de cohousing y coliving serán cada vez más frecuentes en nuestras ciudades y pueblos.