

Obesidad y fármacos imitadores del GLP-1 para la pérdida de peso
Dr. Luis Castrillo NavarroFoto: Bigstock
Martes 4 de marzo de 2025
6 minutos

Foto: Bigstock
Martes 4 de marzo de 2025
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En el Día Mundial de la Obesidad, recordamos que se trata de una enfermedad crónica y uno de los principales problemas de salud pública a nivel mundial en la actualidad: Se estima que afecta al 18% de los adultos y se ha duplicado en las 3 últimas décadas en los niño. Este problema ya no afecta únicamente a países desarrollados, sino también a países en vías de desarrollo, donde la prevalencia de la obesidad se ha incrementado significativamente en los últimos años.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la obesidad como "una acumulación anormal o excesiva de grasa en el organismo que puede ser perjudicial para la salud". Para su diagnóstico, se pueden emplear múltiples herramientas:
- Índice de masa corporal (IMC): Mide la relación entre el peso corporal (en kilogramos, kg) y la estatura de la persona (en metros, m). Si el IMC es igual o superior a 30, se considera obesidad. El IMC no sirve por sí solo para diagnosticarla, sino que debe complementarse con el porcentaje de grasa corporal, el perímetro abdominal y el índice cintura-cadera.
- Porcentaje de grasa corporal, siempre que sea superior al 25% en hombres y al 31% en mujeres.
- El perímetro abdominal y el índice cintura-cadera, que nos indicarán la distribución de la grasa corporal en el organismo.
La obesidad es el resultado de un desequilibrio positivo entre la ingesta y el gasto energético; es decir, la diferencia entre la energía que entra y sale del cuerpo respectivamente. Puede deberse a factores no modificables, como la genética, y a factores modificables, como los relacionados con el estilo de vida (alimentación inadecuada, sedentarismo, estrés o patrones de sueño, entre otros). Si no se revierte esta condición, puede derivar en otras patologías, como enfermedades cardiovasculares, diabetes, hígado graso no alcohólico, afecciones respiratorias, patologías digestivas o cáncer.
Sus principales líneas de tratamiento son la dieta y la actividad física, aunque en algunos casos y, en función de la gravedad de la situación, se recomiendan también: fármacos que regulan los mecanismos del hambre y la saciedad, entre los que destacan los agonistas o imitadores del GLP 1, cada vez más utilizados en las consultas, o la cirugía.
Fármacos imitadores del GLP-1.
El GLP-1 o péptido similar al glucagón que es una hormona que se sintetiza en el intestino delgado cuando se detecta la presencia de alimentos en el mismo. Su función principal es la regulación de la concentración de glucosa en sangre, por lo que el uso de fármacos agonistas o imitadores del GLP-1 está muy extendido en pacientes diagnosticados de diabetes. Lleva a cabo dos mecanismos que contribuyen al mantenimiento del control glucémico:
- Estimular la secreción de insulina del páncreas: Es una hormona fundamental en la reducción del azúcar en sangre.
- Impedir la secreción de glucagón pancreático, cuyo efecto es el contrario al de la insulina.
Además, también se está empleando para el tratamiento de la obesidad y la pérdida de peso, o en contextos de sobrepeso con otras enfermedades asociadas, como diabetes o hipertensión. De hecho, el GLP-1 actúa en el aparato digestivo y en el sistema nervioso de dos maneras:
- A nivel digestivo, Retrasa el vaciado gástrico, es decir, aumenta el tiempo de los alimentos en el estómago antes de llegar al intestino, lo que prolonga la sensación de saciedad y disminuye el apetito.
- En el sistema nervioso central. Afecta a las áreas del cerebro que regulan el apetito, bloqueando las hormonas que lo aumentan y estimulando aquellas que generan la sensación de saciedad. Por lo tanto, al aumentar la percepción de llenado, se va a reducir la ingesta de alimentos y, con ello, la pérdida de peso será mayor.
De la misma forma, se han obtenido resultados prometedores del GLP-1 en la reducción del riesgo cardiovascular en pacientes con diabetes y con obesidad, aunque aún son necesarios más estudios.
Dentro de este grupo de fármacos, los más comunes son las semaglutidas (Ozempic, Wegoby y Rybelsus), las liraglutudas (Victoza o Saxenda) y las dulaglutidas (Trulicity). Su modo de administración más común es a través de inyecciones subcutáneas en las dosis que indique el facultativo. Este tratamiento tiene que realizarse siempre bajo supervisión médica, entre otros motivos porque presenta una serie de efectos adversos:
- Náuseas, vómitos y diarrea
- Estreñimiento y dolor abdominal.
- Hipoglucemias.
- “Efecto rebote” una vez concluido el tratamiento.
Es muy importante subrayar que estos fármacos deben ir acompañados de un cambio en el estilo de vida, incluyendo una transición hacia unos patrones dietéticos saludables y la realización de actividad física de forma periódica.

Al concluir el tratamiento, algunos pacientes experimentan lo que se conoce como “efecto rebote”, es decir, la recuperación del peso perdido (e incluso con algunos kilos de más que antes) si no se cambian los hábitos. Por ello, se aconseja mantener un seguimiento continuado con un dietista-nutricionista que prestará asesoramiento para una adecuada planificación dietética, que esté adaptada a las necesidades nutricionales de cada paciente y dure en el tiempo.