Martes 16 de marzo de 2021
4 minutos
En la canción Il mondo, Jimmy Fontana, un cantante con un tupé con más centímetros de grosor que las nevadas de Filomena, se desgañitaba recordándonos que por complicada que esté la cosa, el mundo no se detiene, los días se acaban, las noches llegan y vuelve a salir el sol.
Desde que pareció que el mundo se detenía ha pasado ya más de un año. El último efecto secundario del Covid es una plaga de crónicas en los medios de qué ha cambiado y qué hemos aprendido en este tiempo. Y no sé si les pasa como a mí, pero ¡menuda pereza! Con todo mi respeto para los compañeros periodistas, lo único que me ha llamado la atención, es que en Rusia han quemado un fuerte de madera para ahuyentar al demonio del coronavirus y terminar con él. Si funciona, en España nos arrepentiremos eternamente de haber suspendido las Fallas.
Si aún no han caído en el aburrimiento y siguen conmigo, voy a hablarles mejor de aquello que no ha cambiado con la nueva normalidad como ha quedado demostrado. Corría el año 2017, una calurosa tarde de junio se celebraba en el Congreso de los Diputados un procedimiento parlamentario que es tendencia: una moción de censura. Pablo Iglesias vs Rajoy. De repente, desde la tribuna, el poeta gallego de complejo léxico y verso libre, recitó lo siguiente:
"Cuanto peor mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí el suyo beneficio político".
Disipadas las sospechas de que a Rajoy se le había apagado el router cerebral y tras entregar un pergamino con el poema a un oráculo de sabios, descubrimos que lo que quería decir Rajoy a Iglesias es que no le importaban los ciudadanos ni lo que suponía la moción de censura para la estabilidad del país, que lo que le importaba era su beneficio político.
Pues un año de pandemia después seguimos igual. A los políticos lo que más les importa es el “suyo beneficio político”. Sólo así se explica la moción de censura esteril de Murcia o la convocatoria de elecciones de Madrid a la que el vicepresidente del Gobierno ha querido sumarse. Todo tranquilidad y estabilidad justo en un momento en el que España va a tener que gestionar una millonada de dinero procedente de la Unión Europea para intentar recuperarnos de esta crisis sanitaria y económica. Una crisis que está costando vidas, salud mental y que está convirtiendo en pobres a mucha gente.
Un amigo napolitano dice que nuestra política se ha “italianizado”. Creo que tiene razón, pero le matizo. En el país transalpino acaban de hacer un gobierno de concentración y han puesto al frente a Mario Draghi, ex director del Banco Central Europeo, para que gestione los fondos de la UE. Por lo visto tiene buen curriculum. Así que los compatriotas de Jimmy Fontana, por un momento han parado su mundo de egoísmo, han dejado de actuar como políticos italianos y se han puesto serios. Mientras, aquí en España, los políticos a lo suyo y los ciudadanos a lo nuestro. A la pandemia nuestra de cada día.
Diego Fernández (@Diegogtf) es periodista en La Sexta Columna (La Sexta).