Jueves 11 de junio de 2020
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No hay periódico ni revista que no haya publicado que Clint Eastwood ha cumplido 90 años. Sigue estando como un tren y al pie del cañón, no para de dirigir o protagonizar películas y cualquiera de ella, con él dentro, es éxito seguro. Hace 35 años –Eastwood, por tanto, con 45– la Princesa de Gales hizo un viaje a Estados Unidos y le explicaron que tras la cena oficial en la Casa Blanca, habría un baile, por si quería que el presidente invitara a alguien con quien le hiciera ilusión bailar. Lady Di no lo dudó un momento: Clint Eastwood. Las fotografías dieron la vuelta al mundo.
Aquí no tenemos un actor de 90 años con el que todavía apetezca bailar, pero tenemos a una Concha Velasco que ha cumplido 80 años y da gloria verla. Y es capaz de bailar lo que le echen, a pesar de que se rompió un brazo antes del confinamiento, y a pesar de que la vida le ha dado infinitas satisfacciones pero no pocos disgustos. Lo mejor de la Velasco, aparte de que es un pedazo de actriz, es que ha asumido como nadie el paso de los años. Con una alegría contagiosa, sin una queja, sin un lamento.
Hace anuncios de productos para mayores y lo hace sin complejo porque efectivamente es una señora mayor, ha dejado de teñirse el pelo y está fantástica peinando canas, presume de sus nietos y de sus recuerdos aunque a través de ellos es fácil adivinarle la edad, que no oculta. De la misma manera que siempre ha ido con la verdad por delante, se confesaba de izquierdas y hacía campaña para el PSOE, confiesa ahora que durante el encierro ha escuchado un discurso de Trump y que no le parecía mal lo que decía, aunque se encuentra en las antípodas de lo que defiende el presidente americano.
Da gusto que nuestros ídolos envejezcan tan bien. Que aprendan las y los jóvenes, que a la primera arruga pasan por un quirófano y a los 70 parece que cumplen un siglo.
