Prepararse para la jubilación
Bartolomé FreireFoto: bigstock
Lunes 20 de junio de 2022
4 minutos
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Lunes 20 de junio de 2022
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Para la mayoría la jubilación es una transición brusca. Se pasa, sin ninguna preparación ni proceso intermedio, de una jornada laboral, más o menos habitual, a un tiempo sin estructura ni objetivos. Lo mismo que nos preparamos para obtener los mayores beneficios de otras etapas de la vida tendrían que multiplicarse los programas, públicos y en las empresas, que informen a los que están a punto de jubilarse de los desafíos a los que deberán dar respuesta.
El punto de partida para planear la jubilación puede ser imaginarse en un estado sin horarios, ni obligaciones prefijadas. Colocarse mentalmente en esa posición permite ir dando forma a los cambios a los que habrá que adaptarse, considerar nuevos objetivos y buscar soluciones a las dificultades previsibles. Preparase también incluye cultivar aficiones y amistades que posteriormente puedan ampliarse, cambiar costumbres relacionadas con el uso del tiempo y el dinero, recoger información sobre posibles proyectos futuros o incorporarse a algún curso u organización.
Jubilarse es, como final de ciclo, una experiencia de separación y pérdida que pone en marcha un proceso de duelo. Se trata de un reajuste de la mente para adaptarse a una realidad que ha sido transformada de manera irreversible. No solo va a perderse una forma de vida y unas relaciones, sino también una parte importante de uno mismo. Los más afectados serán aquellos que pusieron el rol laboral en el centro de su identidad y los que prefieren unas vidas más organizadas.
Enfrentarse a una fase nueva y desconocida
Así, las personas que se acercan a la jubilación se ven impelidas a replegarse sobre sí mismas y hacer una revisión de su pasado. Esa mirada retrospectiva evoca sentimientos diversos asociados a sus logros, fracasos, errores y daños sufridos y causados. Hacer un balance realista de lo vivido, integrando todas esas experiencias, aportará continuidad y cohesión a la autobiografía, esa referencia que conecta pasado y presente y sirve de base para proyectar nuevos destinos.
Al enfrentarse a una fase nueva y desconocida también suelen estar presentes cierto nivel de estrés y diferentes temores: a sentirse deprimidos o vacíos, socialmente aislados o irrelevantes, a no encontrar estímulos para mantenerse activos, a sufrir un deterioro cognitivo, etc. Son recelos que no indican la existencia de problemas, ni deben ser rechazados o vividos con culpa y serán progresivamente superados. Se entremezclan con vivencias de otro signo, cómo son unos deseos incrementados de libertad y nuevos anhelos y planes estimulados por todas las posibilidades de vida que se abren.
En las respuestas previas a la jubilación también influye la vía de acceso, la edad y las consecuencias económicas del cambio de estatus. Una jubilación prematura o involuntaria produce un corte brusco en el control y continuidad de la vida y puede llegar a ser traumática. Dejar el trabajo antes de la edad establecida implica apartarse del camino marcado y es susceptible de generar sentimientos de culpa o agresividad hacia la empresa. El manejo psicológico de estos afectos complica la separación y puede limitar, inicialmente, la percepción de opciones de futuro y la capacidad para elaborar planes ajustados a las nuevas circunstancias.
Tomarse un tiempo
Es importante darse un tiempo para procesar y aceptar todos los pensamientos y afectos que se generen ante la proximidad de la jubilación. Ignorarlos o reprimirlos puede hacer que se desplacen a otras áreas de la vida y afectar negativamente el estado de ánimo o las relaciones. Y, al contrario, integrarlos refuerza la sensación de unidad interior y la habilidad para encontrar la dirección a seguir en la nueva etapa. Porque la respuesta ante los cambios no depende solo del conocimiento y la capacidad de adaptación adquiridos, sino también de la habilidad para no responder inmediata y automáticamente a los nuevos estímulos. Es recomendable reconocer el impacto personal del paso que se va a dar antes de tomar decisiones con sentido y no precipitarse empujados por impulsos no siempre conscientes.
No contar con suficientes ingresos para mantener un nivel de vida aceptable es una de las mayores preocupaciones de los que van a dar el paso a la jubilación. La pensión puede suponer una merma de hasta el 50% de los ingresos previos y es más drástica entre las mujeres. Esa intranquilidad se ve acentuada por la congelación ocasional de las pensiones y su dudosa viabilidad futura. Muchos de los jubilados a los que entrevisté para mi estudio (1) previeron ese descenso de sus finanzas y potenciaron el ahorro en los años previos a su jubilación. Solo unos cuantos buscaron la oportunidad de seguir trabajando para mejorar su economía. Mientras que los ya jubilados establecían prioridades y reorganizaban sus gastos para tener unas cuentas saneadas y asegurar, así, su bienestar.
Llegar a la jubilación con un proyecto motivador potencia la creatividad, por lo que es recomendable cultivar relaciones e intereses variados a lo largo de la vida y planificar con cuidado la nueva etapa. Sin embargo, hay otras variables que intervienen como los deseos de seguir experimentando y aprendiendo. Transitar a la jubilación sintiendo que la vida sigue teniendo sentido y que hay relaciones y actividades interesantes por descubrir y expandir es la mejor protección frente al desconcierto y la nostalgia de lo que se deja atrás.