![Ramón Sánchez-Ocaña Ramón Sánchez-Ocaña](https://www.65ymas.com/uploads/s1/12/41/31/2/ramon-sanchez-ocana.jpeg)
Jueves 15 de agosto de 2019
2 minutos
Los españoles llegamos a presumir de que, por la mañana, apenas nos cabe un café bebido. Y salimos de casa, organizando el tiempo del día, con el estómago vacío y despreciando esa otra agenda que es la biológica. Llegamos al absurdo de acumular nuestra ingestión de alimentos en unas pocas horas. Comemos tarde y mucho. La mayoría acaba de trabajar a las tres. A las cuatro hemos acabado de comer. Es posible que a última hora, con una copa de algo alcohólico, se tome alguna cosilla. Y a las diez o las once, se cena de forma también contundente. Después, en una especie de extraño sacrifico impuesto por la costumbre, ya no se toma nada hasta las tres de la tarde del día siguiente.
No se me negará que la cuestión parece absurda. Porque nuestro organismo NECESITA -hay que decirlo con letras gordas- el desayuno. Y para todo. Hay quien quiere evitar esa comida para reducir el exceso del día anterior. Y es falso. La línea se mantiene mucho mejor con muchas comidas poco consistentes, que con dos excesivas. Animales alimentados en una sola toma engordaban notablemente más que aquellos a los que la misma cantidad de comida se les distribuía a lo largo de la jornada.
El desayuno proporciona energía y le da al cerebro la glucosa que necesita para ver la jornada con un poco de optimismo.
Hay estudios concluyentes en este sentido. Desde que los chavales que no desayunan cometen más faltas en clase y atienden menos, hasta la mayor agresividad e irritabilidad de los jefes que también acuden en ayunas al trabajo. Solemos decir que no nos apetece. Y también hay en ello algo de falso. Porque cuando tenemos tiempo -día de fiesta, vacaciones- el desayuno adquiere otra dimensión. Si hay tiempo, se desayuna; luego no es cuestión de apetencia. Otro ejemplo se tiene en los hoteles. Hay quien no desayuna nunca, excepto cuando viaja. Entonces en el buffet del hotel parece adquirir un ansia devoradora o si se prefiere, una curiosidad por conocer el sabor de cada uno de los alimentos que se ofrecen.
Habría que imponerse la norma del desayuno. El bienestar de la mañana depende en buena parte de el. Y los expertos dicen que el 20% de las calorías del día deberían aportarse en esta primera ingestión. Por bien del organismo y del estado de ánimo. Quizá si la gente desayunara como es debido, el tráfico de la mañana no sería tan agresivo, ni tan irritante, ni tan intransigente.
Empiece levantándose un poco antes. También su aparato digestivo tiene derecho a un amable despertar.