La casa es uno de los lugares más peligrosos cuando se habla de accidentes. Y es que, como señalaba un editorial de la revista The Lancet, "en nuestros hogares suelen descuidarse las normas más elementales de precaución contra los accidentes y se tolera temerariamente la existencia de riesgos que en la fábrica o el taller más primitivo, sería materia de escándalo público".
El que fue director general de la Organización Mundial de la Salud, el Dr, Halfdan T. Mahler, escribía en una ocasión: "El automóvil más veloz, el avión, la montaña más escarpada, un barco dando bandazos en plena tempestad son menos peligrosos que la escalera o el dormitorio de cualquier vivienda. El tubo de pastillas que alguien dejó sobre la mesa por descuido, el agua hirviendo que se derrama, un destornillador o cualquier otra herramienta olvidada causaron entre la infancia más inválidos, más muertes que la poliomielitis o la tuberculosis".
También es una importante llamada de atención.
Y es que estamos acostumbrados a considerar las cuatro paredes de nuestra vivienda como el refugio seguro del grupo familiar. Y sin embargo, hay que empezar a ponerle el adjetivo de insegura a esa seguridad. La evolución social ha ido imponiendo sus normas. Las casas se han tenido que transformar. Como decía el profesor Pinillos, el hombre de hoy ya no sabe si transformó la naturaleza y creó la ciudad para reposo y recreo, o si la ciudad es sólo un inmenso conjunto de riesgos que amenaza su vida, su propia existencia y su quehacer diario.
Las casas han tenido que hacerse más pequeñas y han tenido que situarse en edificios más altos. Y concebirse de otra forma. Más cristales, más ventanas, la posibilidad de más terrazas o balcones. Y eso sí, estamos en el imperio del electrodoméstico que nos ha hecho a todos la vida más fácil... y también más complicada.
Este es pues, el escenario en donde se va a desarrollar gran parte de nuestra vida. Y debemos tomar conciencia de que esos muros que hace años fueron de cobijo, de resguardo, hoy no son más que un límite de la actividad, que encierra dentro numerosos peligros.
Más que el tráfico
Ya es sabido y las cifras se manejan en todos los foros:
"El número de muertes en accidentes domésticos es diez veces mayor que el de accidentes de circulación y veinte veces mayor que en la actividad industrial, Además, gran parte de estas víctimas, son niños. La razón: desconocer lo que se tiene entre manos. La defensa: la información". Así comenzaba la breve reseña de El País, sobre un congreso sobre el tema celebrado en Vitoria.
Aunque las cifras puedan –y de hecho sean– discutibles, no cabe duda de que el accidente doméstico es hoy una auténtica plaga.
Accidente es aquel suceso eventual o acción de la que involuntariamente resulta daño para las personas o las cosas. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud señala que "el accidente representa un suceso independiente de la voluntad humana, desencadenado por la acción súbita y rápida de una causa exterior y que se traduce en una lesión corporal o mental".
No vamos a entrar en más definiciones. Todos tenemos conciencia clara del accidente. Lo que quizá no tengamos asumido con la misma claridad es que el accidente casi nunca es accidental. O dicho de otro modo, que el porcentaje más alto de accidentes, podrían haberse evitado.
Como medida inicial que evitaría muchísimos accidentes habría que hacer una recomendación de obligado cumplimiento: utilice cada elemento y cada objeto sólo para lo que ha sido hecho. En otras palabras, una silla es para sentarse, no para hacer de escalera. Una tijera es para cortar, no para intentar desmontar la plancha; aunque puedan servir, no están concebidas para ello.
Recuérdelo siempre: cada cosa tiene su uso y está pensada y diseñada para eso. Pretender que tenga otras muchas utilidades es, cuando menos, un desafío.
Sobre todo, caídas
Los accidentes más frecuentes son los causados por:
- Las caídas, con un 41,4% de los casos.
- Los aplastamientos, cortes y desgarros (22,6%).
- Los golpes o choques (13%).
- Los producidos por efectos térmicos o quemaduras (9,6%).
- Los esfuerzos físicos o agotamientos (4,2%).
Según los datos, las mujeres sufren más accidentes domésticos que los hombres (un 56,2% frente a un 43,8%), si bien hasta los 45 años son los hombres los que acumulan un mayor número de lesiones, sobre todo entre los 15 y los 24 años, como consecuencia de actividades relacionadas con juegos y al aire libre.
Por tramos de edad, las personas entre los 25 y 44 años son las que más accidentes domésticos y de ocio sufren (38,6%) y los que menos las menores de un año (0,16%).
El interior de los hogares aglutina el 58,1% de los accidentes, mientras que el 15,2 se produce en áreas de transporte y el 9,7 en zonas deportivas.
En cuanto al momento en el que se producen los accidentes, el 54% ocurre en días laborables, especialmente entre las mujeres. Los hombres, en cambio, acumulan más lesiones los fines de semana. Los índices de siniestralidad más elevados se producen en las franjas horarias de 9:00 horas a 12:00 y de 17:00 a 20:00.
Por lo que respecta a la época del año con más siniestros, destacan los meses de abril, agosto y diciembre, periodos que suelen coincidir con vacaciones (Semana Santa, verano y Navidad).
Sobre las causas de los accidente, el 37% de los lesionados opina que fueron fortuitas; un 25,5% como consecuencia de una temeridad, y el 25,5% por distracciones. El 63% de los entrevistados asegura que sufrir un accidente le ha servido para extraer conclusiones, pero un 47% declara no haber extraído ninguna.