“Una adecuada nutrición en la infancia, donde se implantan los hábitos de alimentación saludables que van a marcar el futuro del individuo, es un poderoso elemento de prevención". Esta frase es del prof. Alfonso Delgado, fue un ilustre presidente de la Asociación Española de Pediatría. Y añadía de manera rotunda: “A la hora de crear el hábito alimentario que ha de ser variado y equilibrado es importante acostumbrar a los más pequeños a comer con poca sal. El cloruro sódico ha de controlarse en la medida de lo posible por su elevada incidencia en los cuadros de Hipertensión Arterial y en el incremento de los valores del llamado colesterol malo.”
No es más que una muestra de la preocupación existente en este campo. Hasta el punto de que el Ministerio de Sanidad, a través de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, ha promovido campañas en este sentido. (Por ejemplo: El pan ya tiene menos sal).
Se calcula que cada uno de nosotros tomamos diariamente alrededor de 12 gramos de sal y no deberíamos pasar de 6. Con solo esa medida, los grandes números indican que los accidentes cardiovasculares se reducirían en un 25 por 100.
Es verdad que necesitamos el sodio y la sal -cloruro sódico- lo aporta. Pero no es menos cierto que consumimos mucha más sal de la necesaria. El sodio está en nuestra sangre y en los tejidos blandos. La mayor parte está fuera de nuestras células. El potasio, por el contrario, está dentro de ellas. Y el balance entre estos dos elementos, el sodio-potasio, es uno de los factores, quizá el más importante, que regula la proporción de agua que hay dentro y fuera de las células.
Pues bien, la mayor parte del sodio que llega a nuestro cuerpo procede de la sal que añadimos a la comida. Se puede calcular que aportamos alrededor de casi 12 gramos diarios. Y nuestro organismo sin embargo, no necesita más de 0,5 gr. de sodio al día, es decir, 1 gr. de sal.
Porque además, el exceso no tiene ventaja alguna. Nosotros, en Occidente, consumimos al día MÁS DE 200 veces la sal que consumen algunas tribus indias. Hay especialistas tan tajantes que afirman que la cantidad de sal que tomamos ronda la toxicidad. Sobre todo, porque la cuestión clave no está en si es nocivo tomar tanta sal, sino en si hay alguna razón para consumir esa cantidad. Se puede decir que en nuestra civilización hay una auténtica adicción a la sal.
¿Y cuánta sal es saludable? Según los expertos, y siguiendo el criterio de varios estudios, no deberíamos superar los 5 gramos al día, que son equivalentes a 2 gramos de sodio.
En algunos productos envasados se especifica en la información nutricional de la etiqueta la cantidad de sodio que aporta el alimento. Para transformarlo en la cantidad equivalente de sal hay que multiplicar el valor de sodio por 2,5 (por ejemplo: 1,2 g. de sodio equivalen a 3 g. de sal). Y debes de saber que no todo el sodio presente en una comida proviene de la sal que se le añade; porque hay alimentos que lo contienen de forma natural.
Se podían citar algunas normas para moderar ese consumo. En principio se puede intentar reducir la cantidad de sal cuando se cocina (Debe hacerse poco a poco para ir acostumbrándose a la comida un poco más sosa). A todos nos gusta la comida sabrosa. Puede reemplazar la sal por hierbas aromáticas como albahaca, orégano, romero o cilantro y especias como guindilla, jengibre, comino… Pruebe la comida antes de añadirle sal en la mesa y, solo si lo necesita, añádale un poco.
La solución casi siempre es utilizar muy poca sal en la cocina. Así irá acostumbrando a los demás a comer de manera más saludable.