Cada uno de nosotros dispone de su “carnet de identidad genético” que es el ADN, que está en el interior de cada una de nuestras células. Es único e idéntico en cada una de ellas. Popularmente, ya se sabe que el ADN permite conocer muchas cosas: desde la paternidad de alguien, hasta si ha cometido determinado delito. Porque basta una minúscula muestra para encontrar la pista; basta un pelo, la saliva que queda en una colilla, una mínima mancha de sangre, para obtener una muestra de ADN y después en el laboratorio ampliarlo de manera que pueda identificarse al individuo.
Tiene además unas características singulares; por un lado es tan variable en la población que salvo que pertenezca a la misma rama, hace imposible la coincidencia. Por si fuera poco es una molécula muy estable, de manera que permite extraerla de restos muy antiguos.
Y el campo de su utilidad se va ampliando cada vez más. No ya para encontrar a los nietos de las abuelas de la Plaza de Mayo o identificar cadáveres calcinados, sino para conocer las características de un determinado ser. Y dentro de muy poco tiempo, con el perfil genético completo de un ser humano, se podrá saber qué enfermedades es susceptible de sufrir, o qué fallos orgánicos es más probable que llegue a padecer.
(Recordemos que ADN es la abreviatura española de acido desoxirribonucleico. En el mundo anglosajón se habla de DNA).
El proceso
Cuando se trata de identificar personas se obtiene la primera muestra del resto de que se trate. Obtenido el ADN, en el laboratorio se amplia para facilitar su manejo. Después y en una especie de gel, se somete a la acción de un determinado campo eléctrico, que logra que el material genético se distribuya en distintas bandas. Queda, según el tipo de perfil genético, distribuido en posiciones muy distintas formando un autentico “código de barras”.
Por otro lado, el ADN que se quiere comparar se somete al mismo proceso, de manera que al final se obtienen dos muestras distintas de ese “código”. Cuantas más coincidencias haya, más proximidad de parentesco. El error es prácticamente imposible.
Todo lo que nos puede decir
En principio hay que señalar que los avances en este campo se producen a tal velocidad, que dentro de muy poco tiempo podrán decirnos que enfermedades vamos a padecer o de qué tenemos más probabilidades de morir. De hecho, ya en 1989 se prohibía el análisis genético para contratación de personal, o de pólizas de seguros.
La más conocida, por utilizada y mediática es la prueba de paternidad. Comparando los perfiles genéticos, la identificación es total.
Otra de las más útiles es la policial, ya que una mínima muestra encontrada en el escenario del delito, puede llevar a la identificación total del delincuente.
Por otra parte, permite identificar cadáveres calcinados, o destrozados tras un accidente (como ha ocurrido con el avión estrellado en los Alpes). La búsqueda de parientes es otra de las posibilidades que abre este especial “documento de identidad”.
Actualmente se extiende el concepto de “medicina personalizada”, que se basa precisamente en la utilización del perfil genético del enfermo –y el de cada tumor- para saber qué fármacos le pueden ser más útiles . En los cánceres de mama, colon y pulmón ya se han producido avances muy notables.
Cada día se anota un logro más. No podemos olvidar que también cada día se conocen más genes que participan en más detalles de cada uno de nosotros.
Ya puede decirse con toda propiedad que tenemos el más completo DNI en el DNA.