No cabe duda de que en épocas de calor, entrar en un recinto con aire acondicionado supone un alivio enorme. Esa sensación que equilibra el agobio de volver al ambiente de la calle cuando el termómetro supera los 35 grados.
Son muchas las personas, sin embargo, que prefieren soportar unos grados más en el ambiente de trabajo que tener que sufrir los efectos del aire acondicionado. Porque no solo produce esa temperatura agradable y graduable en torno a los 22 grados. Produce también una sequedad en el ambiente muy notable. Y es lógico, ya que para funcionar correctamente –lo hace por convección– extrae la humedad. Y esa es la causa por la que el carraspeo se hace notable en estos ambientes, sino hay posibilidad de humedecer el aire que se respira.
El aire acondicionado crea sequedad ambiental. Y aunque lo parezca, no es un sistema de ventilación, sino más bien al contrario, ya que para que se noten sus efectos con el menor gasto, el recinto donde funciona debe permanecer cerrado. Y ese es un problema añadido, ya que debe procurarse una aireación adecuada antes de que empiece a funcionar con el fin de que no se acumule polvo y sustancias irritantes que pueden provocar alergias.
Normalmente, los aparatos domésticos están suficientemente bien diseñados y equilibrados y es raro que produzcan efectos secundarios indeseables. Pero según la susceptibilidad de cada uno, pueden notarse resfriados nasales y faringitis, sequedad de boca y carraspeo casi continuado. Hay también quien no soporta los cambios bruscos de temperatura que se producen al pasar del ambiente cálido de la calle al refrigerado –a veces en exceso-– de determinados centros. Y la vuelta a sufrir al reintegrarse repentinamente a la alta temperatura natural.
El problema más común es que los virus que tenemos en la mucosa y que normalmente son inocuos, se reactivan y adquieren su capacidad de causar catarros, precisamente por la influencia del frío. Por eso, muchos especialistas sostienen que quienes tienen las defensas bajas por edad –mayores y niños– o por cualquier enfermedad vigilen su estancia en lugares con exceso de aire acondicionado.
Si no está en condiciones
En ocasiones, y precisamente por una deficiente ventilación o mantenimiento, se acumulan en los aparatos sustancias nocivas que pueden producir una serie de síntomas notables. Formarían parte del llamado “síndrome del edifico enfermo”, un conjunto de síntomas de tipo alérgico. Se ve afectado el aparato respiratorio, la piel, las mucosas y el estado general. Puede haber rinitis, conjuntivitis, picor de piel y de garganta, picor de ojos, lagrimeo, tos y dolor de cabeza. Según avanza la jornada laboral hay más presencia de estos síntomas que desaparecen durante el fin de semana.
Y pueden influir muchos factores. Por ejemplo, puede haber un exceso de dióxido de carbono, por mala ventilación, porque el aire no se renueva, sino que se recircula; hay que pensar también en una serie de hongos y bacterias que proliferan precisamente en las conducciones de aire y en los humidificadores. Esos tubos del aire que se instalan en el interior, pueden pasar años y años sin una sola revisión.
También se habla de la fiebre de los humidificadores, que se manifiesta como una especie de gripe benigna, especialmente por el cansancio. Se debe a la contaminación por bacterias y hongos que encuentran en esa humedad el mejor caldo de cultivo. Pero hay más factores. Las moquetas por ejemplo pueden crear una electricidad estática que puede ser el origen del cansancio, o del picor de piel. ¿No nota usted por ejemplo que en grandes almacenes con moqueta se cansa más? De momento, hay que establecer el tratamiento preventivo a base de limpiar regularmente los conductos de aire y de agua y vigilar las zonas haciendo cultivos periódicos.
Lo que hay que hacer
Todos los expertos recomiendan no abusar del aire acondicionado y mantener una temperatura entre los 22 y los 24 grados con una humedad relativa que supere el 50 por 100. Hay que tener en cuenta que a mayor humedad, mayor comodidad respiratoria. Si se advierten carraspeos o sequedad en las mucosas es el momento de poner algún humidificador en el ambiente.
Es conveniente hacer revisiones periódicas de conductos y de los aparatos para evitar acumulación de sustancias capaces de producir irritaciones y alergias.
No conviene fumar en las zonas donde hay aire acondicionado, ya que, como decimos, no hay ventilación sino una reutilización de ese aire. Por eso en las casas no suele ponerse aire acondicionado en la cocina, ya que los olores se distribuirían por todo el domicilio.