

Alexitimia: vivir sin emociones
Ramón Sánchez-OcañaMartes 10 de diciembre de 2019
ACTUALIZADO : Martes 10 de diciembre de 2019 a las 9:14 H
2 minutos

Martes 10 de diciembre de 2019
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¿Le cabe en la cabeza vivir sin sentir o sin poder expresar lo que siente, lo que pasa por su mente o por su corazón? La noticia es de esas que pasan desapercibidas en el torrente informativo que nos invade diariamente. Pero resulta dramático pensar que el 10 por 100 de la población (¡10%¡) no sabe o no puede identificar ni expresar sus emociones. Es lo que los neurólogos llaman alexitimia.
¿Se imaginan una vida sin emociones? Porque uno tiene la sensación de que esas emociones son precisamente lo que caracteriza al ser humano.
Los expertos, como es lógico distinguen grados y causas. Puede ocurrir que el individuo tenga dañadas las estructuras neurológicas primarias y eso le impida notar los sentimientos. Pero es que hay otra alexitimia motivada bien por un trauma grave o por un desorden en el aprendizaje.
"Los seres humanos somos capaces de sentir amor, odio, alegría, miedo, es decir, experimentar sentimientos y emociones, gracias a un cerebro que lo hace posible, tanto estructural como funcionalmente, así como a relacionar dichos sentimientos con estructuras que hacen posible su verbalización, su materialización en forma de palabra", explicaba el Prof. Pablo Duque San Juan, "Si se nace con alguna anomalía en zonas cerebrales que se encargan de analizar y formular las emociones, o se produce alguna lesión o disfunción que interrumpa el circuito de conexión entre estructuras, es cuando se puede generar la imposibilidad de verbalizar e identificar sentimientos".
Es evidente que se puede vivir sin emociones. Pero cuando uno reflexiona sobre ello, da la sensación de que sería una vida a la que le han amputado –por la enfermedad que sea– la facultad más amplia del ser humano. Su cerebro enfermo o dañado le impide amar o reconocer el amor, que viene a ser lo mismo; le impide la alegría, la sensación de paz, incluso la reacción enérgica ante la afrenta.
Anular las emociones es como anular lo más trascendente del ser humano. Porque sin emociones no podemos acumular experiencias. Y por tanto, muchas veces no podremos siquiera tomar decisiones, porque no tendremos la visión emocional de las consecuencias.
Debe ser muy duro. Como lo es pensar que así vive el 10 por 100 de la población.