Los padres primerizos –y todos lo hemos sido– unimos a la alegría de ver a nuestros hijos la congoja permanente de no saber todo lo que quisiéramos saber; de no ser auténticos catedráticos de pediatría, de la puericultura y hasta de la interpretación de los llantos del bebé. Y prueba de ello es que siempre queremos –sobre todo las madres– que esté cerca la experiencia de la abuela que con un aplomo que da serenidad nos dice: “Eso es normal. No tiene importancia”.
Son muchas las inquietudes que se acumulan en esos primeros días. Empezando, por ejemplo, por el pelo, que puede deparar sorpresas. Y no solo por el que cubre la cabeza, de cuya cantidad puede haber infinidad de variaciones, sino también por el que cubre el cuerpo de muchos recién nacidos. Preocupa mucho porque a veces se sitúa en el borde de las orejas, en los muslos, a lo largo de la espalda... Tranquila. Es un vello que se cae a la segunda semana. Aunque hay que pensar que si el padre es muy peludo, el niño será, posiblemente, peludo.
Suele haber también preocupación por dos cuestiones: porque el niño tiene la cabeza muy apepinada y porque bizquea. Y la madre pregunta: "¿Cuánto tarda en ponérsele la cabeza normal?". Debe saber que el cráneo del niño está aún sin soldar. Están los huesos separados, lo que va a permitir que se amolde al orificio de salida sin sufrir ningún percance serio. Por eso, la cabeza aparece deformada, alargada. En las primeras veinticuatro horas, la cabeza comienza a tomar su forma natural. Los huesos se irán amoldando y cerrando, dejando dos pequeños huecos para permitir el crecimiento y una cierta elasticidad. Son las fontanelas. En plural porque tenemos dos: una en la parte superior de la cabeza y otra donde la coronilla. Es lo que podríamos llamar la 'junta de dilatación' que va a permitir al cráneo crecer. Al poco tiempo se cierra la de la coronilla y queda abierta solo la superior. Y esa zona blanda preocupa a muchas madres que lo tocan con un temor grande. Debe saber que está recubierta por una membrana muy resistente. A veces se percibe una sensación de latido bajo la fontanela. Es normal. La única preocupación que debe tener es si esa fontanela aparece abultada. Entonces llame inmediatamente al médico.
El aparente estrabismo de los ojos del bebé, es normal. Los niños pequeños no tienen todavía sincronizados los dos ojos. El niño mira todo, y cada ojo se mueve por su lado. Poco a poco –cuatro o cinco meses– los ojos van sincronizándose y moviéndose ya de forma paralela. Si persiste el estrabismo, no lo dude: nunca es demasiado temprano para consultar .
¿Y esas manchas? Preocupan esas que son como azuladas y que se llaman mongólicas. Aunque no tienen relación con el síndrome de Down o mongolismo. Aparecen por acumulación de pigmentos bajo la piel. No tienen importancia alguna. Desaparecen poco a poco.
Hay otras manchas bastante frecuentes, rojizas y que tienen un punto amarillento en el centro. Se forman porque los mecanismos del bebé aún no están acostumbrados a funcionar. El poro no expulsa bien, y acumula sustancias. Desaparecen a los ocho o diez días sin dejar rastro. No tienen importancia.
Otro problema frecuente es que en manos, en pies y sobre todo en la cabeza, se pueden producir escamaciones. No tienen ninguna trascendencia ni pueden relacionarse con la higiene del bebé. A él no le molesta absolutamente nada. Aunque es verdad que da una apariencia poco agradable. Se puede contrarrestar con aceite o con vaselina.