La mitad de la población tiene al menos una articulación afectada por la artrosis a partir de los 35 años. De hecho, alrededor del 10% de los adultos presenta artrosis moderada o grave y la incidencia aumenta proporcionalmente con la edad. Según los últimos datos, de los más de 7 millones de españoles que padecen artrosis, el 75% son mujeres. Y se puede calcular que el 14% de las mujeres mayores de 20 años en España padece artrosis de rodilla, la más frecuente, junto con la de manos. En los hombres, es más frecuente la de cadera.
Cuando dos huesos articulan no rozan entre sí. Porque si esa fricción se produjera acabarían totalmente destruidos. Para evitar el roce, la naturaleza ha dispuesto que entre hueso y hueso tengamos un almohadillado suave y lubrificado: es el cartílago articular. Es como una alfombra entre los dos huesos y tiene un grosor de unos 3 milímetros. Al microscopio, presenta unos grandes agujeros, como el queso emmental. En esos agujeros estarían unas células llamadas condrocitos. Y todo lo demás sería la sustancia fundamental, que es la que da consistencia al cartílago. Tiene además una particularidad interesantísima. Y es que no tiene riego sanguíneo porque se nutre del líquido que lubrifica la articulación, del líquido sinovial. Por tanto, cuando se lesiona, no sangra. Y como tampoco tiene nervios, no duele.
Además, de forma continua se está destruyendo y formando en un equilibrio estable... hasta que ese equilibrio se rompe. Si se destruye más cartílago del que se forma, no va a haber amortiguación. Y el movimiento, además de resultar difícil, se hará doloroso. Los huesos rozarán entre sí y acabarán deformándose. En otras palabras, la destrucción progresiva del cartílago hace que éste pierda elasticidad y consistencia por lo que ya no puede cumplir su función. A su vez, al desgastarse el cartílago, el hueso crece de forma irregular para compensar ese desgaste. Y de ahí las deformaciones que aparecen en las zonas de artrosis.
Causas y síntomas
La enfermedad suele mostrarse a partir de los 45-50 años (Aunque en determinados casos, por reumatismos, alteraciones genéticas o metabólicas, puede aparecer hacia los 30). El síntoma básico es el dolor e inflamación en las articulaciones, sobre todo en rodillas, cuello, zona baja lumbar, manos, caderas y pies. Suelen mejorar los síntomas con el reposo y empeorar con el movimiento. Los síntomas son poco importantes en el comienzo y van progresando de manera gradual y lenta.
Sin causa conocida, el cartílago articular envejece antes que todo lo demás. Y cuando se pierde el equilibrio en la restauración de ese cartílago, la superficie de carga empieza a padecer. Hay también un factor hereditario tan claro como inexplicable. Porque no sigue las leyes tradicionales o aceptadas de la herencia. Y en la familia en que se instala la artrosis, la artrosis permanece bastante tiempo. Hay también un componente hormonal, porque hay hormonas que actúan sobre el cartílago de dos maneras. O acelerando su maduración, con lo que la destrucción es más temprana; o disminuyendo su actividad metabólica, es decir, su regeneración.
Un dolor especial
Duele al comenzar el movimiento y luego desparece. Pero si el movimiento continúa, duele tiempo después. Es en la rodilla en donde mejor se nota. Duele al levantarse. Tras dar unos pasos, desparece. Pero si se anda mucho, vuelve a aparecer. Y otro detalle inconfundible de la artrosis, sea de rodilla, sea de cervicales: al poner en juego la articulación, suenan por dentro como arenillas, pequeños crujidos, debidos al roce de los restos del cartílago...
La artrosis entre las falanges de los dedos es muchísimo más frecuente en mujeres que en varones. Un día cualquiera comienza un ligero dolor en los dedos que enseguida empezara a ser una costumbre. De pronto aparece un nódulo duro que ya no se va. Otras veces surge el nódulo sin dolor. Y claro, ese nudo en el dedo impide ya el funcionamiento normal de la mano. Si la abuela tiene así los dedos, lo fácil es que así los tenga la madre, y así los tendrá la hija y la nieta, cuando estén alrededor de los cincuenta años.
La artrosis en la cadera es tan frecuente en varones como en mujeres. Y en la mayoría de los casos se produce en las dos caderas. Un día cualquiera empieza un dolor hacia la ingle, precisamente cuando se va a iniciar el movimiento. Al levantarse, al subir las escaleras. Muchas veces no duele en la cadera, sino en la ingle, en la rodilla, en el muslo. Una nota característica es que por temor al dolor, va a tratar de dar pasos más cortos. Cruzar las piernas cuando está sentado motiva dolor, como eso de agacharse a ponerse los zapatos o quitarse los calcetines o las medias...
La artrosis de rodilla es una de las más frecuentes, y se produce más en mujeres que en varones. Aparece después de un cierto tiempo de inmovilidad. Y se caracteriza especialmente porque se nota mucho al bajar escaleras.