Se cuenta que Mitrídates VI, rey de buena parte de Grecia en el año 112 a.C. fue un monarca sanguinario y vengador. Provocó la matanza de 80.000 romanos, hombres, mujeres y niños, y atrajo con ello la ira del Imperio . Alrededor de su imagen, surgieron leyendas de todo tipo. Por ejemplo, Plinio el Viejo cuenta que fue rey de 22 naciones y que administró sus leyes en todos sus idiomas: “podía hablar cada uno de ellos sin emplear intérprete”. Pero su hallazgo más conocido es consecuencia de su temor a ser envenenado. Concretamente, como no era extraño en aquel tiempo, o con veneno de setas o con veneno de serpiente. Por ello, ideó la forma de protegerse: durante mucho tiempo estuvo ingiriendo dosis pequeñas del veneno. Cada vez, mayor cantidad. Mezclaba tóxicos vegetales y animales, hasta que creó el llamado “mitridato”. Todos los días ingería su mínima dosis. Tiempo después fue hecho prisionero. Quiso suicidarse con veneno de serpiente, pero no pudo. Había logrado inmunizarse. Hasta el punto de que tuvo que pedir a uno de sus servidores que le clavara su espada.
Ya con espíritu científico, pero basándose en el mismo principio, Lichtensein tuvo la feliz idea de hacer un tratamiento a base de veneno puro de abeja. Era hijo de un apicultor y tras una picadura había tenido una reacción grave. Una hermana había muerto por esta causa. En una primera fase, al muchacho se le pusieron inyecciones subcutáneas de veneno cada media hora. Después, y bajo vigilancia médica, se fue espaciando y aumentando la dosis. Se llegó a inyectar hasta el doble del veneno que puede inocular una avispa. Dos meses después de iniciarse el tratamiento, se ingresó al paciente en un hospital y se le provoco una picadura. El resultado fue espectacular. Tuvo una reacción mínima y sin importancia.
Este es el fundamento de las llamadas autovacunas o autoinmunización y que, como dicen los expertos, es el tratamiento que puede modificar la evolución natural de la enfermedad alérgica (rinoconjuntivitis y asma bronquial). Actualmente, sólo uno de cada diez alérgicos se vacuna. La inmunoterapia se engloba en el tratamiento integral de las enfermedades alérgicas respiratorias, que incluye también medidas de control ambiental, como evitar el contacto con el alérgeno, el tratamiento farmacológico de los síntomas y la educación del paciente. A pesar de la eficacia ampliamente demostrada de la vacunación antialérgica, muchos enfermos abandonan el tratamiento.
Como es evidente, aunque no tiene relación alguna con las vacunas tradicionales, es verdad que tiene un fundamento parecido, es decir, proporcionar una muestra para el que el organismo 'reconozca' el agente nocivo. Sin embargo, hay también grandes diferencias. En alergia hay que hablar de 'vacunas' específicas para cada paciente porque están hechas tomando como base aquella sustancia que les causa alergia, pero en dosis mínimas. Hay que poner muchas dosis y durante un tiempo prolongado. Se administran bajo la piel cantidades muy pequeñas que se van haciendo gradualmente mayores con el fin de que el organismo alérgico se vaya 'acostumbrando' a tolerar esa sustancia. Como Mitrídates.