-Ya estoy en la edad “del nunca”, recuerdo que me comentó un día María Dolores Pradera.
-Y cual es esa edad?
-Esa, en la que empiezas a decir, “nunca me había dolido aquí, nunca me había pasado esto…”.
Y es verdad: van apareciendo dolores nuevos que no se pueden achacar -de momento- a problemas reumáticos, sino a situaciones concretas, que por un mal uso de la articulación surgen cuando menos te lo esperas.
Debemos ser conscientes de que un pequeño dolor en cualquier articulación, solemos evitarlo forzando la postura. Así, ese dolor incipiente que podría haberse resuelto de forma directa, nos va a obligar a una postura inadecuada que será la que después pasará la factura en forma de otro dolor más acusado.
Todo dolor tiene un por que. Y suele ser el primer aviso de que algo no marcha como debe.
Calzarse bien
Es uno de los primeros problemas. Nadie tiene los dos pies iguales, ni los tiene de la misma forma. Lo único en lo que muchos fabricantes cambian los zapatos es en su longitud. Y ese es un grave error. Como lo es la moda del tacón alto y puntera fina. Tampoco es igual el pie derecho que el izquierdo. Y por eso cuando vayamos a comprar zapatos se deben probar los dos pies y elegir los que resulten más cómodos al pie más largo. Y comprar no a primera hora de la mañana, sino a la última de la tarde porque es cuando los pies están más hinchados y se puede valorar mejor la comodidad del zapato. Comprar un zapato pensando en que “ya lo adaptaremos a nuestro pie” es la fórmula para llegar al dolor. El tiempo no ablanda un zapato rígido, ni ensancha uno estrecho. Y si queremos ahormarlo, adoptaremos posturas inadecuadas y estaremos enviando el dolor a otro sitio.
Espalda, rodilla y hombro, lo que más duele
Así lo señalan los reumatólogos, porque esos dolores son consecuencia del “uso”, del desgaste del cartílago de almohadillado que tenemos entre los huesos de cualquier articulación. Y también muy frecuentes son los dolores de partes blandas de origen no traumático, como bursitis, o tendinitis…
La mujer se lleva aquí la peor parte, ya que a ella se le destruye el cartílago con más frecuencia que al varón (en una relación de 3 a 1).
Alrededor de 7 millones de españoles mayores de 20 años padece alguna dolencia de este tipo.
Con mucha frecuencia, ese dolor surge por un estiramiento inadecuado, una mala postura durante el sueño o una contractura inoportuna.
Atención al deporte
Ya se sabe que el deporte y el ejercicio exigen un calentamiento previo y un estiramiento posterior. Es la forma de evitar lesiones y dolores musculares y articulares. Y sea consciente de que cuando algo duele está pidiendo descanso.
Higiene postural
Mucha culpa la tenemos nosotros. Por ejemplo, solemos sentarnos mal, y tenemos la costumbre de flexionarnos hacia adelante forzando la columna. Una mesa de trabajo correcta debe disponer de un asiento con respaldo de modo que la mitad de la espalda tenga apoyo. Los pies deben estar en el suelo y la mesa a la altura de los codos. Y recuerde que la obesidad implica siempre una sobrecarga mecánica. Piense también que una buena musculatura en el tronco es la mejor fórmula para conseguir una columna bien estabilizada.
Soluciones
En principio, ante cualquier dolor se debe buscar la causa. Si se puede tratar, como en el caso de los problemas articulares por alguna inflamación, se trata y el dolor desaparece. En otros muchos casos no hay más solución que tratar los síntomas: es decir, analgésicos, antiinflamatorios, en algunos casos relajantes musculares, y rehabilitación.