Se habla ya de la 'tercera visión' identificándola con la visión en la tercera edad. Es la visión de los mayores de 65 años que constituyen en general, un grupo con poco peso específico social, al que ni se le oye ni se le escucha, salvo en épocas electorales.
Se puede estimar que en España hay más de siete millones de personas incluidas en este grupo. Y todos, absolutamente todos (excepciones confirmarán la regla) necesitan corrección, por lo menos para ver de cerca. Y con un cambio relativamente frecuente de graduación. Porque –y esto es lo importante– no se trata sólo de que tengan unas gafas adecuadas. Es que eso les va a servir para relacionarse más y mejor con su entorno. Y para disfrutar más y mejor de la vida. Pocas veces lo pensamos, pero imagínese lleno de tiempo libre y con una visión deficiente. Y haga el inventario de la calidad de vida que pierde.
Son más de siete millones de personas que podrían ser mucho más felices. Pero es que además, somos muchos los que con los 65 años cumplidos seguimos teniendo el coche como elemento indispensable de transporte e incluso de trabajo. Y ahí sí que hay que hacer nuestra la frase de que al volante, la vista es la vida. Porque, pensémoslo seriamente: mas de un millón de conductores que circulan por las carreteras españolas presentan deficiencias visuales y muchos de ellos lo ignoran. Y la gran mayoría de las decisiones que se toman cuando se conduce dependen de la vista. Aproximadamente, la mitad de conductores tiene más de 40 años. Si recordamos que el proceso de envejecimiento visual empieza a los 35 y que la vista cansada afecta prácticamente a la totalidad de los que han cumplido 45, nos daremos cuenta de que la mayoría de las personas que pertenecen a este segmento social deberían usar alguna corrección óptica durante la conducción. En España, sin embargo, tres de cada diez no utilizan corrección visual.
Recordemos que desde que vemos un obstáculo, lo percibimos, lo procesamos y nuestro cerebro da la orden de reaccionar, pisando el freno, por ejemplo, pasan de 1 a 2 segundos. Y más si hay ya una cierta dosis de fatiga (más de 2 horas a volante o más de 200 kilómetros recorridos). Pues bien, en esos segundos, un coche a 60 kilómetros por hora recorre de 17 a 34 metros. Si va a 120 kilómetros por hora, de 34 a 68 metros.
Por si fuera poco, de noche, el sentido de profundidad visual es 7 veces menos eficaz. Los contrastes se enturbian, los límites de los objetos se difuminan. Solo actúa la retina periférica, pero ésta no distingue la tonalidad de los colores (por ejemplo, el rojo parece siempre más lejano de lo que realmente está), las distancias se subestiman con lo que el acto reflejo de frenado se retrasa. Es esa una de las razones por las que en la noche hay muchos más accidentes. De hecho, de noche se producen tres veces más accidentes mortales que durante el día.
Es para meditar: casi la mitad de los muertos de carretera se produce por la noche, cuando hay un trafico que es solo la quinta parte de intenso que durante el día. Es posible que influyan otros factores, pero la visión es uno de ellos.