De las 130 enfermedades más comunes que se pueden prevenir, por lo menos 90 necesitan un examen específico que no entra en un chequeo de rutina. Por eso, muchos especialistas no recomiendan los chequeos como tal e incluso ponen en entredicho algunas pruebas hasta ahora ampliamente recomendadas, como el cribado de cáncer de próstata entre los varones. Hasta hace muy poco tiempo se recomendaba el análisis del antígeno prostático específico (PSA) y ahora hay evidencia de que no se salvan más vidas y que lleva a muchas intervenciones inútiles. El electrocardiograma de rutina solo indica la situación actual, y evidentemente no es ninguna garantía de que no se va a producir un infarto poco tiempo después.
Lo que muchos especialistas sostienen es que se acude sano a un chequeo y se puede salir supuestamente enfermo por pruebas que pueden dar un falso positivo. Y viceversa. Por eso dicen que hay que decir adiós a los chequeos porque se hacen miles de reconocimientos sin que se haya evaluado su efectividad. Tenemos en el subconsciente la idea de que cuantas más pruebas nos hagan, mejor. Y eso es un error grave. Las pruebas, todas, deben estar justificadas. Y deben responder a la pregunta básica “¿Qué se busca?”. Y después, "¿que hacer si se encuentra?". Porque si no, todo es inútil y se convierte muchas veces a un individuo sano en prematuramente enfermo.
De todos modos, muchos ciudadanos quieren someterse periódicamente a un examen general de su cuerpo. Y tras unos días de pruebas y más pruebas salen con la satisfacción de que no hay nada malo, y que si lo hubiera, se detectaría a tiempo. Y también tienen cierta razón. Baste un ejemplo: de 3.500 chequeos que se realizaron en una clínica privada (este tipo de procesos solo se realizan de modo privado) solo un 10 por 100 estaba completamente sano; en un 1,5 por 100 se encontró un tumor maligno; en un 8 por 100 síndrome depresivo; un 9 por 100 tenía hernia de hiato; un 12 por 100, pólipos en el tracto digestivo: un 14 por 100 artrosis; 18 por 100 hipertensión arterial y en un 40 por 100 los análisis de sangre proporcionaron alteraciones de colesterol, triglicéridos, etc.
Más que chequeos, los médicos suelen recomendar revisiones concretas acerca de los problemas más comunes que van afectando según las edades, según las tendencias y según las particularidades de cada uno.
Si es mujer
Aunque depende mucho de la edad, hay una serie de exámenes que debe hacerse. Y debe partir de una revisión clínica normal, con toma de tensión arterial y análisis de sangre que informe al médico de la situación de colesterol y triglicéridos, de toda la bioquímica, y de datos concretos (la mujer suele tener con frecuencia anemia subclínica).
Mamografía. A partir de los 40 años se recomienda una mamografía cada dos años. Y a partir de los 50, una mamografía anual. Para todos los especialistas este examen radiológico de la mama es de una utilidad incuestionable. Estadísticas americanas informan que la mamografía sistemática a todas las mujeres a los 50 años reduce la mortalidad por cáncer de mama hasta en un 30%. La edad viene determinada tanto porque entre los 50 y los 65 es el periodo de más riesgo de cáncer de mama, como porque las características de la mama a partir de esa edad, permiten un mejor examen. La densidad de la mama disminuye con la edad.
Citología. Muchas veces se llama también por el nombre del ginecólogo que puso en práctica esta prueba: Papanicolau. La prueba se basa en obtener células cérvico-vaginales para su análisis; es decir, de las zonas que con más frecuencia pueden estar dañadas. Se trata de ver si hay alteraciones, si hay alguna diferenciación que permita saber no solo si hay una posibilidad precancerosa, sino cualquier otro tipo de anomalía. La mayoría de especialistas sugieren que la citología debería hacerse al menos una vez al año a partir de los 18 años (o antes si se han iniciado tempranamente las relaciones sexuales).
Especial atención al corazón. Solemos olvidar que las enfermedades cardiovasculares constituyen la primera causa de mortalidad femenina, por delante de todos los cánceres. Sin embargo, las enfermedades cardiovasculares en la mujer, no reciben ni la atención, ni el cuidado que se procura al hombre. Los procesos cardiovasculares son más frecuentes en el hombre, excepto cuando llega la menopausia, en que el riesgo a padecerlos se iguala y en algunos casos, lo supera.
Colon. También si se han cumplido los 50 años conviene conocer si hay sangre oculta en heces, ya que este es un signo que puede avisar de algún problema serio de colon.
Osteoporosis. A partir de los 65 años, sobre todo si hay antecedentes o es persona que entra en grupo de riesgo, debe hacerse una densitometría para ver la situación del hueso y la evolución de pérdida de masa.
Pies. También a partir de esa edad, la mujer debe revisarse los pies, ya que suele tener durezas y callos que merman su calidad de vida.
Y todos, pensar en la vacuna de la gripe y la neumonía. Y en la revisión periódica de la vista.
Si es hombre
El varón no se cuida y aduce que nunca tiene tiempo para revisiones. Pero no tendrá más remedio que atender a las dos grandes preocupaciones sanitarias: la próstata y el colon. A partir de los 45-50 años debe hacerse una revisión anual de próstata. El crecimiento de la próstata -benigno o tumoral- es algo tan común que la vigilancia no puede retrasarse. Por incómodo que sea el tacto rectal. La toma de tensión y el análisis de sangre informará de colesterol, triglicéridos, transaminasas, glucosa y urea. También es imprescindible la búsqueda de sangre oculta en heces como medida preventiva contra el cáncer de colon. Y la colonoscopia cada dos años a partir de los 50.
Y por último debe vigilarse todo el sistema cardiovascular con una placa de tórax, sobre todo entre fumadores.
Los niños
Pies.- No fuerce al niño a andar. Los huesos de su pie no están aún conformados. Gatear es su mejor ejercicio.
Dientes.- A los 3 años debe hacer su primera revisión. Y después, cada 6 meses para vigilar la dentadura de leche.
Ojos.- Los ojos se deben revisar cuanto antes si se sospecha defecto. Una visita al oftalmólogo cuando llega a la guardería y otra cuando comience las clases. Después, una vez cada dos años.