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El colesterol envejece
Ramón Sánchez-OcañaFoto: Bigstock
Miércoles 14 de julio de 2021
3 minutos
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Foto: Bigstock
Miércoles 14 de julio de 2021
3 minutos
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Tener una tasa elevada de colesterol en sangre es un factor de riesgo para todo el sistema cardiovascular. Se va depositando en nuestros vasos y pueden acabar estrechando su calibre con el consiguiente peligro.
Pero hay que recordar que también nosotros mismos -nuestro hígado- es el primer productor de nuestro colesterol.Y no todo es achacable a ese par de huevos fritos que nos hemos comido anoche. Hay quien sostiene que si nosotros aportamos colesterol en la dieta, el organismo produce menos. Y que por tanto, si limitamos su ingestión, el organismo produce más. De ahí que lo importante en relación a la dieta no sea tanto la ingestión de colesterol en sí -huevos, sesos, etc- como de grasas animales (excepto las del pescado) que son las que realmente elevan esa tasa o ayudan a elevarla.
Aunque pueda parecer una paradoja, el colesterol nos resulta imprescindible. Y no solo porque forma parte de nuestros órganos más cualificados -en el cerebro tenemos la mayor concentración de colesterol del organismo-, sino porque es el encargado de formar buena parte de la membrana de nuestras células. El problema serio, repitámoslo, es que el colesterol viaja a través de la sangre, gracias a las lipoproteínas. Las que nos interesan son de dos tipos: unas de alta densidad (HDL) que fluyen rápidamente por la sangre y que parecen una garantía contra el infarto (sería el llamado colesterol bueno); otras son de baja densidad o muy baja densidad que van pesadamente por los conductos del aparato circulatorio y que representan el gran riesgo de ir depositándose (el colesterol malo).
El colesterol, responsable del envejecimiento
Pues bien, se afirma que el colesterol es la grasa (químicamente se comporta como una grasa) responsable de nuestro decaimiento físico que se identifica con el envejecimiento.
Se parte de la base de que el 98 por 100 del colesterol se dedica a la fabricación de las membranas celulares (gracias a él tienen permeabilidad, lo que facilita el metabolismo). Por eso, aunque todos nacemos con una cantidad similar de colesterol, inmediatamente su cifra se dispara. Parece ser debido a la necesidad que se tiene de él para la formación de nuevas células, y en general de todo el desarrollo físico. Cuando se llega a la edad adulta, debe restablecerse el equilibrio. Y cuanto más tiempo prolonguemos ese estado de equilibrio, tanto mejor.
Después, cuando empieza eso que se llama “cierta edad”, disminuye la actividad física. Entonces el peligro estriba no ya en el riesgo cardiovascular ya conocido, sino en que “tapona” por decirlo así las membranas celulares. Si una de sus ventajas era la permeabilidad, al amontonarse en las células, estas pierden su capacidad metabólica. La membrana deja de ser permeable y se convierte en una especie de coraza que impide un correcto aporte energético. Y así, la célula, sin aporte energético, pierde actividad y acaba por morir.
Lo más curioso es que todas las especies siguen un patrón similar. Cuenta el dr. Lopujin, director del Instituto de Medicina físico-química de Moscú, que ellos investigaron por qué morían los peces después de desovar. Y se encontraron con que producían rápidamente tal cantidad de colesterol que se les acumulaba formando trombos. El colesterol es, pues un riesgo no solo para el corazón, sino también para mantenerse joven.