Los datos son claros: en los años sesenta del siglo pasado comíamos 134 kilos de pan cada uno de los españoles. Hoy apenas pasamos de 50. Aunque la aparición de boutiques del pan, el surtido que se nos ofrece y su enorme variedad están incrementando ese consumo. Y sobre todo, una verdad que debe abrirse paso: el pan es un alimento esencial en nuestra alimentación y es injusto que se le acuse de ser el culpable de la obesidad.
Como ya dijimos muchas veces no es un alimento concreto el que engorda, si no el conjunto de la dieta. El pan nos aporte nutrientes importantes y no tiene grasa.
Mitos: La miga engorda más que la corteza
Es una creencia falsa. Entre otras cosas, porque la miga y la corteza son la misma sustancia de harina amasada. La diferencia se debe a la distinta temperatura a que se realiza la cocción. Mientras el exterior puede llegar a los 300 grados centígrados -se tuesta la corteza- en el interior de la pieza no se llega a los 100 por lo que la levadura actúa y esponja la masa. Por tanto, miga y corteza tienen las mismas calorías; solo que la corteza al haber estado a más temperatura esta deshidratada.
Las tostadas engordan menos
Este es otro mito generalizado. Las tostadas no engordan menos que el pan normal, incluso habría que decir que a igualdad de peso, tienen más calorías las tostadas. Hay que partir de la base de que una tostada no es más que una rebanada de pan a la que, por el calor, se le ha extraído el agua. Los nutrientes son, pues, los mismos que si fuera pan normal. Pero como al estar desecada, pesa menos, si hablamos de cien gramos de uno y otro pan, nos dará más calorías el tostado.
Los “añadidos”
Según el Código Alimentario, el pan “es el producto resultante de la cocción de la masa obtenida por la mezcla de harina de trigo, sal comestible, y agua potable, fermentada por la acción de levaduras activas”. Es evidente que puede ser de otro cereal o de mezcla de varios. En ese caso, debe indicarse el cereal o cereales de que procede la harina. Según la clase de pan, esa corteza debe ser más o menos fina y crujiente al presionar sobre ella.
En algunas ocasiones se le añade harina de alguna leguminosa- soja o haba- para darles un toque de mayor calidad. El pan francés, por ejemplo, lleva un 2 por 100 de harina de soja. Así, fermenta mejor que la del trigo solo, da más blancura a la miga, y sobre todo, mayor esponjosidad.
El pan precocido
Es el mismo pan. Lo que ocurre es que se interrumpe su cocción antes de tiempo, se enfría rápidamente y se ultracongela. No sufre y está disponible siempre.
Integral
Es el pan elaborado con harina a la que no se elimina el salvado. Se le pueden añadir además sémola de trigo, semillas o granos de otros cereales. Tiene la ventaja de que ofrece una mayor cantidad de fibra, lo que permite un mejor tránsito intestinal, no solo porque deja más residuo, sino también porque absorbe mayor cantidad de agua.
Si se congela
Como es sabido, el pan se congela muy bien. La descongelación debe hacerse a la temperatura ambiente, o bien se puede descongelar en el horno, calentándolo poco antes de servir. La corteza se hará aun más frágil y, como en el caso de la rehidratación, endurecerá después mucho más deprisa.
Valor nutritivo
Su valor nutritivo es el de sus ingredientes. En un altísimo porcentaje, la harina es almidón (80 por 100) y la mayor parte de su proteína es gluten, que es básica para considerar una harina panificable. Tiene una pequeña cantidad de grasa (poco más de un 1 por 100). Contiene una cierta cantidad de sal y agua, de cuya característica depende también la calidad del pan. Por ley, no debe contener más de un 35 por 100 de agua.
Cien gramos de pan, nos proporcionan por tanto, 35 de agua, 56 de hidratos de carbono, 7 de proteínas, algo más de 1 de grasa y minerales otro gramo. Prácticamente no contiene vitaminas salvo las del grupo B. Carece de vitamina C, y de las liposolubles como la A, la D y la E. Esos 100 gramos de pan nos pueden proporcionar alrededor de 250 calorías.
Los expertos recomiendan tomar entre 220 y 250 gramos al día, repartidos en las diferentes comidas. En las dietas de adelgazamiento se recomienda una ingestión de por lo menos 100 gramos diarios.
Sabía que…
Un detalle que conviene saber: Si lográramos mantener el pan a una temperatura de 55 grados, no endurecería ni envejecería. También debe saberse que si un pan duro -que tenga un par de días- lo calentamos a 70 grados, se vuelve “fresco” porque se vuelve a hidratar. El problema es que endurece después mucho más deprisa.
Sobre el autor:
Ramón Sánchez-Ocaña
Ramón Sánchez-Ocaña (Oviedo, 1942) es miembro del Comité Editorial de 65Ymás. Estudió Filosofía y Letras y es licenciado en Ciencias de la Información. Fue jefe de las páginas de Sociedad y Cultura de El País, y profesor del máster de Periodismo que este periódico organiza con la Universidad Autónoma de Madrid.
En 1971 ingresa en TVE. En una primera etapa se integra en los servicios informativos y presenta el programa 24 horas (1971-1972). Entre 1972 y 1975 continúa en informativos, presentando el Telediario. No obstante, su trayectoria periodística se inclina pronto hacia los espacios de divulgación científica y médica, primero en Horizontes (1977-1979) y desde 1979 en el famoso Más vale prevenir, el cual se mantiene ocho años en antena con una enorme aceptación del público.
Tras presentar en la cadena pública otros dos programas divulgativos, Diccionario de la Salud e Hijos del frío, fue fichado por Telecinco para colaborar primero en el espacio Las mañanas de Telecinco y posteriormente en Informativos Telecinco.
Es colaborador habitual de radio, periódicos y revistas, y autor de una veintena de libros, entre los que destacan Alimentación y nutrición, Francisco Grande Covián: la nutrición a su alcance, El cuerpo de tú a tú: guía del cuerpo humano, Guía de la alimentación y Enciclopedia de la nutrición.
En 2019 entró en el Comité Editorial del diario digital 65Ymás, en el que colabora actualmente.