El tabaco pasa a la mujer una factura distinta y especial. La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), cuyo desarrollo se achaca al tabaco empieza a ser ya muy frecuente entre el sexo femenino. Hoy 10 de cada 100 mujeres la padecen y la incidencia aumenta de manera espectacular. Esta enfermedad es la quinta causa de muerte , según la Organización Mundial de la Salud, tras el corazón, cáncer, accidentes cerebrovasculares y tuberculosis . Se ha llegado a pronosticar que un fumador que durante 20 años haya consumido 20 cigarrillos diarios es difícil que no presente los síntomas compatibles con la EPOC.
La enfermedad se va instalando de forma insidiosa y muy poco a poco. Hasta el punto de que en las primeras etapas se asumen los síntomas como algo natural. Una tos continuada, un catarro que no acaba de quitarse, una disnea tras hacer un mínimo esfuerzo es algo que hace pensar que “ debería dejar el tabaco”.
La suma de agresiones que supone el hábito de fumar van minando los agentes protectores del aparato respiratorio. Los síntomas no se presentan en todos los individuos de la misma manera. Como depende de la susceptibilidad personal, hay quien apenas sufre una leve deficiencia de ventilación y puede vivir así muchos años. Pero hay otro sector de la población en el que la enfermedad se instala con mayor severidad produciendo una insuficiencia que necesita de manera continuada la ayuda de respiradores, cuando no hospitalización. Se trata de una enfermedad crónica, irreversible y progresiva.
Si se detecta a tiempo y el individuo deja de fumar, se puede lograr que no progrese y mejore su calidad de vida.
Corazón.
El corazón también paga un fuerte tributo al tabaco. El infarto de miocardio es dos veces más frecuente entre los fumadores.
Y en cuanto se pasa la menopausia y los estrógenos abandonan la protección femenina, la estadística no distingue sexos. La Fundación Hispana del Corazón constataba que la mortalidad por una afección coronaria es un 70 % mayor en los fumadores que entre los no fumadores , independientemente de que sea hombre o mujer. Además, las mujeres fumadoras que utilizan anticonceptivos orales multiplican por 10 su riesgo cardiaco sobre todo entre 35 y 44 años. Y hay que insistir en que el hábito de fumar constituye el factor de riesgo cardiovascular evitable más importante.
Desde hace unos años, en los países desarrollados el cáncer de pulmón mata anualmente más mujeres que el cáncer de mama.
Se calcula que hombres y mujeres fumadores tienen una esperanza de vida 22 años inferior a los no fumadores.
El embarazo
- Uno de cada cinco niños perdidos se hubiera podido salvar si las madres no hubieran fumado.
- Todos saben los peligrosas que son para el feto las radiaciones, la rubéola o determinadas drogas; pero en cambio es menos conocido el hecho de que una madre que fuma durante el embarazo está poniendo seriamente en peligro a su hijo.
- Los niños de mujeres que han fumado durante la gestación pesan, por termino medio, de 150 a 240 gramos menos que los nacidos de madres no fumadoras.
- La proporción de prematuros es de dos a tres veces mayor entre las madres que fuman.
Quizá alguna madre fumadora no encuentre de excesiva importancia que el niño pese 200 gramos menos al nacer. Y tal vez no lo sea en una gestación que llega perfectamente a término. Pero si a menor peso añadimos el problema de que hay mayor riesgo de prematuridad, la gravedad adquiere otras dimensiones. Para un prematuro esos 200 gramos pueden ser vitales.
- Estudios recientes en más de 8.000 embarazadas han demostrado que las posibilidades de aborto, de parto de feto muerto, o de mortalidad neonatal son aproximadamente el doble entre fumadoras que entre las que no fuman.