Es verdad que el sol nos puede aportar una serie de beneficios en una piel sana. La acción calorífica de tomar el sol es agradable y activa la circulación sanguínea. Además las radiaciones ultravioleta (UVA) acrecientan el metabolismo basal, el volumen respiratorio, el potencial defensivo contra infecciones, la tasa de calcio, etc. Por si fuera poco, los UVA favorecen la acción de ciertas hormonas, de la vitamina D y mejora, en muchos casos, distintos problemas de piel.
Pero esa amistad podemos volverla en nuestra contra por el abuso. Si lo tomamos en exceso o sin protección, aparece el eritema, primera reacción inflamatoria de nuestra piel para defenderse de la agresión solar. Del eritema a la quemadura, a la queratosis o al envejecimiento cutáneo no hay más que un paso. En casos graves, se puede llegar al cáncer de piel por exposición excesiva; y es frecuente que quien ha tomado mucho sol, no pueda exponerse a sus rayos porque ha iniciado un proceso de fotosensibilización, es decir, que reacciona de forma anormal, como si desarrollara una alergia a los rayos solares.
Los consejos de los especialistas
Los especialistas han difundido sus consejos ante el sol para unas vacaciones saludables.
- En contacto con el sol se debe llevar la cabeza cubierta, usar camiseta y gafas de sol. Si la piel se expone directamente debe usarse un fotoprotector adecuado para su piel y aplicarlo generosamente media hora antes de la exposición solar.
- Las precauciones con el sol y el calor deben extremarse en los niños, ancianos y personas debilitadas.
- Después del sol se recomienda darse una buena ducha y posteriormente hidratar la piel.
- Evite las quemaduras solares. Estas se producen con más facilidad entre las 11 y las 5 de la tarde, cuando la sombra de nuestro cuerpo es pequeña, es decir cuando el sol incide más verticalmente.
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Beber agua y evitar la sudoración profusa y mantenida que puede conducir a la deshidratación.
- Si normalmente hay que cuidar la alimentación, en verano esta máxima debe aplicarse con rigor. Las ensaladas, las frutas, la fibra, los lácteos deben ser los principales componentes de la dieta veraniega.
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Los pies son una parte delicada del cuerpo, especialmente en verano. Para evitar las posibles afecciones dermatológicas se recomienda tener cuidado con la higiene en piscinas, mantener los pies secos después del baño y no caminar descalzo en piscinas, playas u otras zonas de riesgo.
- El calzado muy cerrado o no transpirable aumenta la sudoración y la maceración persistente, facilitando infecciones bacterianas y de hongos. Utilice calzado cómodo y transpirable en excursiones y en caminatas prolongadas para evitar rozaduras y ampollas.
- Para evitar rozaduras en zonas de pliegues (ingles, axilas) evite el ejercicio intenso que facilite la sudoración profusa o continuada. Asimismo modere el uso de desodorantes.
Recuerde: a cada piel su sol
Cada uno tiene una especial sensibilidad al sol según su tipo de piel. Para simplificar las clasificaciones científicas, la Asociación “Vencer al melanoma” señala tres tipos de piel:
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Muy sensible- Piel clara con pecas (cabello pelirrojo o rubio). Se broncea con dificultad. Se quema todos los veranos. Se desaconseja por tanto la exposición solar. Protección máxima.
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Sensible- Piel clara (cabello rubio o castaño). Se broncea lentamente. Quemaduras frecuentes. Exposición al sol con la mayor prudencia. Protección máxima.
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Poco sensible- Piel mate (cabello moreno). Se broncea siempre. Quemaduras raras. Exposición al sol fuera de las horas de riesgo.
Partiendo de estas definiciones, cada persona debe adaptar la protección a su tipo de piel. Entre las personas de piel blanca, todos son individuos de riesgo. El riesgo es más elevado entre las personas de piel sensible o muy sensible.
El sol y su reflejo
No solemos tampoco caer en la cuenta de que las nubes absorben apenas un 10 por 100 de las radiaciones. Eso quiere decir que aunque el día esté nublado, podemos absorber mucha radiación e incluso quemarnos sin sentir calor. Por si fuera poco, a la radiación directa hay que añadir la radiación reflejada que aumenta un 5 por 100 en la hierba, un 10 en el agua, un 25 en la arena de playa. (En la nieve llega a un 80 por 100).