Ramón Sánchez-Ocaña
Opinión

Cuando el niño va al hospital

Ramón Sánchez-Ocaña

Viernes 15 de mayo de 2020

5 minutos

Cuando el niño va al hospital

Viernes 15 de mayo de 2020

5 minutos

Pildoras

 

Acaba de conmemorarse el día del niño hospitalizado (13 de Mayo). Buen momento para reflexionar un poco sobre lo que supone el ingreso hospitalario. Si para todos es una situación traumática, más lo es para los más pequeños. Los mayores tienen sensaciones contrapuestas. Por un lado, es donde nos van a curar. Pero por otro, es donde van a mirarnos, a inyectarnos, operarnos, tratarnos, con el miedo que todo eso produce. Y, sobre todo, con el temor a todo el proceso con las dudas sobre su final. El adulto añade además un factor importante: las consecuencias. Sí, le van a tratar, pero ¿qué resultado diagnóstico ofrece? Pues si es así para las personas mayores, hay que imaginarse todo lo que puede sufrir el niño. Él no sabe en profundidad qué está ocurriendo, porque no tiene idea real de la enfermedad y mucho menos de la muerte. El problema, además, es que  suele ignorar los  principios básicos y se pregunta constantemente –y sin respuesta– ¿por qué?.

Insistimos: si es así para todo el mundo, mucho más lo es para el niño que, por si fuera poco, añade otros sentimientos. Entre otras cosas porque no es él, como el adulto, el que decide ir al hospital. Él no comprende la enfermedad, ni sabe por qué debe ir a un centro sanitario. Es su madre o su padre quien determina que el niño debe ser ingresado. ¿Y cómo lo padece el niño? ¿Cómo es su ansiedad? ¿Qué se puede hacer para reducir esa angustia?. El profesor Flórez Lozano, catedrático de la Universidad de Oviedo ha escrito un libro con un título suficientemente expresivo El niño ante el hospital.

Una primera conclusión: un niño sólo debe ser hospitalizado cuando sea estrictamente necesario.

Lo que más le hace sufrir

Aunque, naturalmente, depende de la edad del niño y de cómo este de preparado –o de las veces que haya tenido que ir al hospital– lo que más le afecta es:

- La separación de padres y adultos conocidos.

- Los desconocidos y la posibilidad de sorpresa. No saber qué va a pasar.

- Pérdida de control, de autonomía y de competencia. No puede hacer nada por iniciativa propia.

- La experiencia de dolor.

- La intervención quirúrgica y la anestesia.

Posibles reacciones

Cada niño  asume estos factores dependiendo de muchas circunstancias. Por ejemplo, si ha sido operado, si el postoperatorio fue bueno, si no hay dolor, si debe estar inmóvil... En cualquier caso, las reacciones mas frecuentes son:

- Trastornos en la conducta alimentaria

- Trastornos del sueño.

- Descontrol de esfínteres durante la noche o durante el día.

- Regresiones del comportamiento, como si volviera a edades anteriores.

- Tics o movimientos raros.

- Miedo a la muerte.

- Tendencia al silencio y la incomunicación.

- Algún rasgo histérico.

Claro está, estas reacciones dependen en gran parte de la edad del niño. Porque estamos hablando del niño, en general, y hay una enorme diferencia de reacciones entre un niño en edad preescolar y un niño escolarizado y que puede entender –si se le explica bien– la situación.

Mucha atención

Realmente, cuando un niño debe ser hospitalizado se debe partir de una base: el niño va a necesitar mucha atención, antes, en el hospital y al salir. No debe ni puede haber una ruptura. 

Desde que el niño es diagnosticado, nos comentaba el prof. Flórez Lozano, hay que vivir en pleno diálogo y sobre todo más que hablar, mostrarle gestos y actitudes, que haya una autentica aproximación física, contacto táctil, que vea que hay entrega, que se entra en su “burbuja personal” . La comunicación no verbal, es la que el niño advierte como más real y, sobre todo, más sincera.

Pesadillas

Una de las reacciones más frecuentes son las pesadillas. Y eso demuestra, según el profesor ,  su estado de estrés y de ansiedad. Eso –añade– ya lo saben muchas enfermeras infantiles en las que los niños encuentran el medicamento más eficaz. Ellas saben cómo tranquilizar al niño. Pero es verdad que una gran mayoría, pese a todo, sufre esas alteraciones del sueño que no son más que el testimonio del estrés del niño en el medio hospitalario.

El mayor problema es que sin que los adultos nos demos cuenta, el niño advierte en el hospital una serie de rasgos que le producen una enorme  tensión. No podemos olvidar que el niño capta multitud de detalles de comunicación no verbal, que une a sus muchas fantasías y todo ello le aumenta el temor y la ansiedad. 

En el libro  Flórez Lozano, dice que el niño está en estado de alerta casi permanente y de ahí la necesidad de la presencia de los padres que se convierten en una pieza terapéutica de primer orden. 

Recomendaciones

En su  libro,  los profesores Flórez Lozano y Carmen Valdés, exponen una serie de programas para reducir la ansiedad del niño ante el hospital. Pero pueden extraerse algunas conclusiones importantes:

- Los padres pueden ser un gran apoyo para el niño y es recomendable que estén en el hospital, aunque puedan interferir con el servicio, o puedan valorar de forma distinta lo que se esta haciendo con el pequeño paciente. Lo importante es que los padres puedan ir administrando al niño la información precisa. 

- La información y el apoyo emocional constituyen las piezas básicas para que el niño no sufra el hospitalismo. Un apoyo emocional que se basa en que aborde la situación con tranquilidad, sin engaño, conociendo la dimensión de verdad que sea capaz de  asimilar.

- Se pueden utilizar cuentos, impresos, libros para colorear, para dar una información previa al niño

- Estaría bien, si fuera posible en todos los casos, visitar previamente  las secciones donde el niño va a estar. Que vea un quirófano o una habitación múltiple que va a compartir antes de ingresar. Por suerte, el personal de enfermería conoce bien al niño y trata de ganarse su confianza y, sobre todo, prepararle ante alguna posible situación de dolor.

- Vídeos, teatro de títeres o diapositivas empiezan a ser ya algo común para preparar al niño ante su hospitalización. El niño puede ver así a un personaje que pasa por situaciones como las que va a experimentar él mismo. Y así se enfrenta a ellas de mejor manera.

- El niño debe poder expresar sus miedos y temores para que el personal de enfermería  los diluya.

El prof. Florez Lozano  concluye con una  sentencia importante: "Atender y vigilar los cuidados psicológicos del niño en el hospital no es un lujo, es una necesidad. Atender al niño y formar a los padres es fundamental".

Sobre el autor:

Ramón Sánchez-Ocaña

Ramón Sánchez-Ocaña

Ramón Sánchez-Ocaña (Oviedo, 1942) es miembro del Comité Editorial de 65Ymás. Estudió Filosofía y Letras y es licenciado en Ciencias de la Información. Fue jefe de las páginas de Sociedad y Cultura de El País, y profesor del máster de Periodismo que este periódico organiza con la Universidad Autónoma de Madrid. 

En 1971 ingresa en TVE. En una primera etapa se integra en los servicios informativos y presenta el programa 24 horas (1971-1972). Entre 1972 y 1975 continúa en informativos, presentando el Telediario. No obstante, su trayectoria periodística se inclina pronto hacia los espacios de divulgación científica y médica, primero en Horizontes (1977-1979)​ y desde 1979 en el famoso Más vale prevenir, el cual se mantiene ocho años en antena con una enorme aceptación del público.

Tras presentar en la cadena pública otros dos programas divulgativos, Diccionario de la Salud e Hijos del frío, fue fichado por Telecinco para colaborar primero en el espacio Las mañanas de Telecinco y posteriormente en Informativos Telecinco.

Es colaborador habitual de radio, periódicos y revistas, y autor de una veintena de libros, entre los que destacan Alimentación y nutrición, Francisco Grande Covián: la nutrición a su alcance, El cuerpo de tú a tú: guía del cuerpo humano, Guía de la alimentación y Enciclopedia de la nutrición

En 2019 entró en el Comité Editorial del diario digital 65Ymás, en el que colabora actualmente.

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