Naturalmente, no es exacto. Pero cuando se llega a esa edad, empiezan a asomar unos problemas nuevos que afectan al bienestar femenino. Son normales, aunque una gran mayoría esperaba que surgieran después de la menopausia.
El peso
¿Qué ocurre que aunque tengas la sensación de que comes lo mismo, la báscula te lleva la contraria? La realidad es que a partir de los 30, cada año y medio, la mujer empieza a cambiar un kilo de músculo por un kilo de grasa. Por eso, es el momento de intensificar el ejercicio físico. Cuanto más se retrase, más difícil será después rebajar los michelines. Además, el metabolismo se va haciendo más perezoso; como si el organismo decidiera vivir más despacio. Como consecuencia, hay que reducir todo lo posible la ingestión de grasas de cualquier tipo, optar por comidas al vapor o al horno, y aumentar la ingestión de frutas y verduras. También se deben consumir productos lácteos desnatados para ir ampliando el archivo de calcio.
La tensión
Otro control que se debe tener es el de la tensión. A esta edad empieza a subir y también se elevan las cifras de colesterol y de lípidos en sangre. Y más del 60 por 100 viven en claro sedentarismo. La mujer no tiene conciencia de su riesgo cardiaco, que es mayor incluso que el del hombre cuando llega cierta edad. La enfermedad coronaria, que ya se ha reducido en el varón en los últimos años, crece o se mantiene en la mujer. El riesgo cardiovascular se reduce con ejercicio físico (basta andar media hora todos los días) con el abandono del tabaco, la pérdida de los kilos de más, el control de la tensión arterial y del colesterol.
El calor
Cómo nos acercamos a la temporada de altas temperaturas, si tiene la tensión elevada debe tener presente que puede afectarle el calor. Sobre todo, si toma alguna medicación para ello, porque son fármacos que suelen incluir algún diurético .Tendrá que beber más de lo habitual, porque a la pérdida de líquido por la sudoración, se une la provocada por la diuresis. Y no tomar alcohol, porque actúa sobre la hormona antidiurética a nivel cerebral e impide su actividad, de manera que se orina más.
Piernas hinchadas
¿Retención de líquidos? Las piernas o los tobillos hinchados es algo frecuente que puede obedecer a muchas causas. Si al presionar con el dedo queda la huella de nuestra presión, suele deberse a que no se eliminan los líquidos, que van inundando los tejidos bajo la piel. También se hinchan cuando hay una excesiva presión, como por ejemplo cuando una persona que tiene insuficiencia venosa permanece muchas horas de pie. La pierna hinchada surge por la tarde y desaparece con el descanso. Lo primero que debe hacerse es acudir al especialista vascular para que prescriba, además de la higiene postural si hiciera falta, el tratamiento oportuno. Siempre se aconseja la compresión con media, calcetín o venda. También se aconseja la gimnasia como elevar los pies en la cama y simular que se pedalea.
Sofocos
Pueden empezar tímidamente los sofocos, un aumento de la temperatura superficial con vasodilatación y taquicardia. Es común que además haya sudores, escalofríos, irritabilidad y dolor de cabeza. Y es que comienzan las alteraciones hormonales. Ocurre como con el rubor adolescente: cuando se inicia, temes que ese rubor surja, y entonces, inevitablemente surge. Y si se dan cuenta los demás, o temas que se den cuenta, aumenta la cantidad de síntomas, podríamos decir. Parece deberse a esa fase de cambio de los estímulos del hipotálamo.
Insomnio
Otro de los problemas que asoman es el de las alteraciones del sueño. Aparece insomnio, aunque hay que tener en cuenta que con los años, va cambiando el patrón de sueño. Se duermen menos horas seguidas y se da alguna cabezada después de comer.
Problemas urinarios
No son habituales. Sin embargo, se señala una mayor frecuencia en la necesidad de evacuar. O si se prefiere, un menor aguante. Incluso incontinencia. Es de notar que la mujer puede pasar periodos mucho más largos que el varón sin vaciar la vejiga, (independientemente de los posibles problemas prostáticos que el hombre pueda tener). Pues bien, a partir de este momento, parece que tanto la frecuencia como la necesidad de evacuar aumentan en la mujer. Y empieza a ser frecuente la llamada incontinencia de esfuerzo. Conviene consultar al especialista.