
Lunes 12 de agosto de 2019
2 minutos
Los libros de estilo de los distintos periódicos y medios de comunicación suelen hablar de que cuando se sobrepasa la adolescencia se escribe "un hombre" o "una mujer". Y que se puede hablar de "ancianos" cuando se trata de mayores de 65 años.
Pero no es la primera vez que un hombre o una mujer de esa edad se indigna cuando lee que "una anciana de 65 años sufrió un accidente...". Y no se enfada por lo del accidente , sino por el tratamiento de anciana.
Por eso me parecía curioso preguntar eso: ¿Cuándo se es viejo? ¿Qué lo determina? Sin duda debe ser una apreciación subjetiva. Uno se puede sentir joven con 70 o viejo con 60. Porque de lo que no cabe duda es de que cada uno, por dentro, se sigue viendo como siempre .
La realidad es que nuestras células se van renovando hasta que llega un punto en que se sienten inservibles y se 'suicidan'. Es la programación de nuestro organismo. Y eso no ocurre en todos los cuerpos a la vez, sino que depende de muchos factores (alimentación, ejercicio físico, hábitos saludables... y genética)
¿Y por qué se cifra en 65 años? ¿Es una arbitrariedad? ¿Obedece a alguna razón científica? Eso es lo más curioso .
La primera vez que se planteo una jubilación a los 65 años fue nada menos que en 1916. Y entonces llegar a esa venerable edad era un mérito notable. Fue Alemania el primer país que estableció un plan de jubilación. Y en dos etapas. En 1889 el propio canciller Bismark dijo que a partir de los 70 años se podría cobrar la pensión. Pero tan pocos debían llegar a la edad de disfrutarla, que 17 años después se rebajó a los 65.
Desde entonces se admite administrativamente que a los 65 años uno empieza a ser viejo de manera oficial. Pero no hay ninguna razón que avale esa convención de la burocracia. Solo que había que fijar una edad y le toco al 65 de los alemanes como podía haber sido a los 70.
De lo que no cabe duda es de que la vejez llega cuando hay ausencia de proyecto. Porque la vejez no es cuestión de años; es, sobre todo, cuestión de mirar hacia adelante. La vejez la marca el cerebro, no el calendario.