Puede parecer un trastorno sin importancia, pero quien suda de más, lo padece seriamente. Las palmas de las manos y las axilas se convierten en un problema que –debe decirse cuando antes– ya puede tener solución con la aplicación de la toxina botulínica.
Hay hiperhidrosis generalizadas y localizadas. Los lugares más comunes donde se produce el tan molesto sudor excesivo son, por este orden, las palmas de las manos, las plantas de los pies y las axilas. Hoy, como decimos, hay soluciones que comienzan por las sales de aluminio que forma parte de casi todos los desodorantes. Otro remedio pasaría por algunos medicamentos (anticolinérgicos), pero que pueden tener efectos secundarios como sequedad de boca, cierta somnolencia o mareos. Los especialistas también recomiendan glicopirrolato tópico, que carece de efectos indeseables. No debe olvidarse la iontoforesis y la toxina botulínica que es eficaz.
En casos rebeldes o muy serios existe un tratamiento radical quirúrgico, que es la simpactectomía. Da buenos resultados, pero puede ocurrir un fenómeno muy curioso: que el sudor, aunque de manera más discreta se traslade a otros puntos del organismo. Es como si el sudor necesitara salir y se buscara otras vías. De pronto el paciente quizá empiece a sudar por la espalda.
¿Y por qué sudamos?
Podría decirse que sudamos para equilibrar nuestra temperatura. Nosotros producimos calor, perdemos calor y para ello disponemos de un termostato casi perfecto. El primer sistema para producir calor es la oxidación de los alimentos (no olvidemos que la energía que nos producen se mide en “calorías”). Somos como una casa en la que cada habitación tiene su calor. La sangre caliente, a través de los vasos, actúa como la calefacción de la casa. A través de venas y arterias, el calor sanguíneo va, como la calefacción central, aportando su temperatura.
¿Qué ocurre cuando hace mucho calor? Pues en principio, tratamos de sacar los tubos fuera de la casa para que se enfríen. Sacamos los vasos sanguíneos hacia la superficie. Por eso nos ponemos un poco rojos. Y se dilatan los vasos superficiales. ¿Y cuándo hace mucho frío? Pues entonces además de encogernos para conservar el calor, tenemos una posibilidad muscular para producir más. El hecho de frotarnos las manos es bastante significativo, como lo es la tiritona. Nuestros músculos hacen pequeños ejercicios para impedir que se pierda más calor.
Perder calor
En algunas ocasiones, también necesitamos perder calor, porque si no, un día que comamos grasas y azúcares, por ejemplo, nuestra temperatura podría subir a cincuenta grados.
A través de la piel y por evaporación, perdemos calor de forma continua. Es una transpiración insensible. Así perdemos al día alrededor de 800 centímetros cúbicos de agua.
Si hace demasiado calor exterior, el organismo pone en marcha otro sistema: deja escapar a través de la piel un poco de agua que, al llegar a la superficie, se evapora, refrigerando todo el cuerpo. Es lo que la sabiduría popular ha asimilado al botijo. ¿Por qué está mas fresca el agua? Simplemente porque la leve transpiración permite que se evapore la superficie y produzca frío.
También el cuerpo pierde calor por irradiación. Nosotros calentamos la zona en que nos situamos y eso hace que perdamos calor. Y por ultimo , también lo perdemos por la respiración aunque no se haga evidente salvo en ambientes muy fríos.
El termostato
Todas estas funciones están reguladas por nuestro termostato particular. Si hace frío perdemos menos calor. Y si hace calor, o generamos menos –con calor se pierde apetito– o perdemos más. Nuestros termostatos están repartidos por todo el organismo y su misión es la de vigilar que haya siempre la temperatura idónea para cada órgano (la cabeza ronda los 34 grados y los pies están más a gusto a 28).
Una vez que el sensor da la orden al cerebro de que hace calor, o de que hace frío, el cerebro envía a su ordenanza particular que en ese caso es una sustancia llamada acetilcolina. Ella llega hasta la glándula sudorípara, la exprime y entonces el sudor sale. (Tenemos unos tres millones de glándulas repartidas por toda la superficie de nuestro cuerpo). Cumplida su misión, es decir, producida la sudoración, al evaporarse, se enfría. Y entonces la información vuelve a recorrer el camino para decirle al cerebro que se ha llegado a la temperatura ideal.
El olor
Debe quedar claro que el sudor es inodoro. Es una secreción formada en su mayor parte por agua y distintas sales. El problema es que hay una serie de bacterias dispuestas a actuar en cuanto encuentran el medio húmedo y descomponen esas sales; es cuando se produce el olor desagradable. También es verdad que el olor depende de la composición del sudor y por eso influye lo que hayas comido. Uno de los alimentos que primero se trasladan al sudor es el ajo y la col.