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Miércoles 14 de agosto de 2019
3 minutos
Hay que acostumbrar a los niños a comer con poca sal. Así lo proclamaba el profesor Delgado, catedrático de pediatría, argumentando que seria el modo de evitar en el futuro muchos problemas cardiovasculares. Y la verdad es que tomamos demasiada sal. Aportamos, con el salero, alrededor de 10-15 gramos diarios. Y nuestro organismo sin embargo, no necesita más de 0,5 gr. de sodio al día (1 gr. de sal). El exceso es pues, evidente.
Porque además, el exceso no tiene ventaja alguna. Nosotros, en Occidente, por ejemplo, consumimos al día más de 200 veces la sal que consumen algunas tribus indias. Eso quiere decir, simplemente, que si fuera necesaria tanta sal esas tribus no habrían sobrevivido. Hay especialistas tan tajantes que afirman que la cantidad de sal que tomamos ronda la toxicidad. Tenemos sobredosis. Sobre todo, porque la cuestión clave no está en si es nocivo tomar tanta sal, sino en si hay alguna razón para consumir tal cantidad. Se puede decir que en nuestra civilización hay una auténtica adicción a la sal.
Los especialistas sostienen que reducir su consumo tendría dos efectos beneficiosos inmediatos. En primer lugar sobre la hipertensión; y, en segundo término, sobre la obesidad. Una dieta pobre en sal es una dieta que ayuda a luchar contra los kilos de más. Y sin nada negativo, ya que no se disminuiría el aporte de sodio necesario.
El Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos que lógicamente manifiesta su preocupación por el exceso de sal, ha publicado cuales son los 10 tipos de alimentos que aportan más sal a su población. En conjunto, y sin añadir más sal ni en la cocina, ni en la mesa, son los que proporcionan el 44 por 100 de la sal a su dieta.
Y son el pan y los panecillos; los fiambres y las carnes curadas; la pizza; las aves frescas y procesadas; las sopas; las hamburguesas con queso y otros sándwiches; el queso; los platos de pasta como los espaguetis con salsa de carne; los platos de carne como el pastel de carne con salsa de tomate; y los refrigerios salados como las galletitas, las patatas y las palomitas de maíz.
En España se dan unos consejos que conviene recordar:
- Intenta reducir la cantidad de sal cuando cocinas. Hazlo gradualmente, ya que tus papilas gustativas necesitarán algún tiempo para adaptarse al nuevo sabor de los platos.
- Si una receta exige que se reduzca la cantidad de caldo, añade el condimento después, en lugar de antes de la reducción.
- ¡Experimenta! A todos nos gusta la comida sabrosa. Puedes reemplazar la sal por otros condimentos. Inténtalo con distintas hierbas aromáticas como albahaca, orégano, romero o cilantro y especias como guindilla, jengibre, comino...
- Prueba la comida antes de añadirle sal en la mesa y, solo si lo necesita, échale un poco.