El movimiento de nuestro cuerpo sigue las leyes de la palanca. No hace falta un punto de apoyo y una especie de motor que genere la fuerza. Y ese motor que impulsa nuestro cuerpo no es uno, sino muchos. Son exactamente 434 y se llaman músculos. Están formados por unas células que no son como las demás, sino que son alargadas y se llaman fibras. Son las únicas del cuerpo que pueden contraerse y alargarse como respuesta a una orden del cerebro. El músculo es como un órgano flexible, elástico, contráctil.
Usted está ahora leyendo esta página. Piensa: voy a cambiar la pierna de postura. Lo decide. Casi sin percibirlo, el cerebro empieza a dar órdenes. Y sin que seamos conscientes, las fibras se ponen de acuerdo para contraerse y hacer posible el movimiento. Pero hay veces que los músculos sufren una alteración y aunque funcionen, son como muelles que han perdido la capacidad de fuerza. Es la distrofia. Y la causa, en la mayor parte de casos, hay que buscarla en la genética.
La más frecuente lleva el nombre del médico francés que la describió: Duchesne. Suele aparecer entre los 2 y los 6 años, en los que se aprecia una pérdida de fuerza, que se manifiesta sobre todo en la dificultad para dar saltos y para levantarse del suelo. Después, con el tiempo, esa distrofia se va a traducir en la dificultad para levantarse de una silla o subir una escalera. Según los expertos , hay por lo menos una tercera parte de niños distróficos que no tienen antecedentes familiares. Hablando de población general puede decirse que nace un distrófico por cada 4.000 nacidos vivos.
De todos modos, las distrofias musculares no son sólo cosa de niños. Las hay de adultos, aunque son más lentas en su progresión.
La distrofia muscular no tiene preferencias ni de razas, ni de sexo, ni de zonas geográficas y afecta por igual a todo el mundo.
En las diferentes formas de distrofia se afectan también músculos distintos. Las partes que con más frecuencia e intensidad se dañan son la musculatura de la columna, la de los hombros, y la de las caderas, aunque pueden verse afectados cualquiera de los músculos voluntarios.
Debe saberse que hay distrofias que se transmiten por genes ligados al sexo, de manera que puede transmitirla la mujer y padecerla el varón.
Al ignorar la causa, no se dispone de un tratamiento específico, pero se destaca la importancia que tiene un diagnóstico temprano de la enfermedad. Porque se podrá poner un tratamiento paliativo rápido. Se podrá prestar atención médica, física y psicológica de acuerdo con la evolución de la enfermedad. Y, sobre todo, detectado el caso, los padres y parientes femeninos pueden recibir consejo respecto al riesgo de futuros embarazos.
Al igual que otros pacientes, el enfermo de distrofia tiene unos días en que se ve más afectado que otros.
Es útil el ejercicio y el estiramiento de las articulaciones, pero bajo vigilancia: porque una cosa es la prevención de las contracturas musculares y, otra, el exceso de ejercicio que puede ser contraproducente y no mejora la masa muscular. Lo que sí está contraindicado es el reposo. Salvo por una indicación muy precisa, no debe estar más un día en cama, porque el reposo acelera la debilidad muscular.