Esa idea generalizada de que a los niños muy pequeños no se les debe suministrar analgésicos, porque no sienten dolor o es una cuestión pasajera es absolutamente errónea. Los niños son más sensibles al dolor que los adultos y se les debe prevenir y tratar. En general, el dolor, tanto en niños como en adultos, se trata de forma insuficiente.
¿Qué es el dolor?
Puede decirse que es el síntoma más general de que algo falla en nuestro organismo.
Cuando se produce un hecho doloroso en la periferia o en cualquier lugar, un grupo de células libera una serie de sustancias llamadas algógenas, que llegan al cerebro y le informan de la situación. Nuestro propio organismo tiene unos receptores del dolor muy determinados. Y que si se excitan o si se bloquean se siente o no se siente dolor.
Ademas, en el dolor hay que distinguir dos componentes: el sensorial ( el que realmente duele) y el de reacción (que es producto de la educación).
El primer factor que altera la percepción del dolor es la atención. El enfermo aburrido o angustiado siente más el dolor. Si además este dolor se produce un sábado y sabe que hasta el lunes no podrá resolverlo, el dolor se hace mayor. Si se produce por la noche, cuando el tono muscular es menor, el dolor siempre aumenta. Esa es la razón por la que los dolores de noche son siempre mayores.
El miedo es otro de los factores. El dolor puede aumentar por el miedo o por falta de seguridad.
Y hay dos factores reconocidos que hacen que las cosas duelan más: la sensibilidad artística y el nivel cultural. A más cultura más dolor. Y a más sensibilidad, también. Quizá es que la cultura lo que hace es preguntarse ¿por qué duele? y sobre todo ¿para qué?
También hay factores que aumentan la tolerancia al dolor, es decir, que hacen que duela menos. Por ejemplo, un soldado entusiasta con su causa. Cuando los ejércitos nazis invadían triunfalmente Europa en los hospitales sólo ingresaban alemanes heridos; muy pocos enfermos y raramente algún simulador. Durante la retirada, casi todos los ingresos fueron por enfermedad o por simulación.
Primer aviso
El dolor es la razón más frecuente de quejas y visitas médicas, porque suele ser el primer aviso de enfermedad. Y, es precisamente, el dolor lo que incita al mayor consumo de medicinas.
Desde el comienzo de la historia se ha identificado vivir con sufrir. Estábamos en un valle de lágrimas y el dolor y el sufrimiento de nuestra vida se relacionaban con la posibilidad de una vida sobrenatural. Y la ciencia, sin contradecir por ello afirmaciones de otro tipo, llega con frialdad a los rincones mas escondidos del cerebro. Así fue como en 1973 se descubrieron en el cerebro del ser humano unos receptores opiáceos, llamados endorfinas, que podrían explicar muchas cosas en torno al mecanismo del dolor. Como por ejemplo, por qué unos tienen una menor sensibilidad que otros. Según el nivel de endorfinas que posean, a unos les duele y a otros no.
Parece ser que el ejercicio físico –y cuanto más violento mejor– estimula la producción de endorfinas, lo que explicaría, por ejemplo, la ausencia de dolor en ejercicios y pruebas agotadoras e incluso de sensaciones dolorosas ante un golpe.
Tipos de dolor
Los expertos distinguen en la clínica cuatro tipos de dolor:
- El agudo, de corta duración, reactivo y que puede ser tratado rápidamente.
- El dolor crónico es de larga duración, no es reactivo y podría ser el dolor de un reumatismo cualquiera.
- El dolor superficial, como podría ser el de una muela o el de un parto.
- El dolor profundo, mucho más difícil de soportar, como podría ser el de una artritis o un cáncer.
Independientemente, está el dolor moral, que nada tiene que ver con éste
Cómo se produce
El dolor se produce ante un estímulo en cualquier tejido. Más dolor en aquellos tejidos en donde se almacenan sustancias en las terminaciones nerviosas. Tras un golpe, esas sustancias, liberadas de pronto, acuden rápidamente al cerebro para avisar de que hay un golpe y, por tanto, que debe haber dolor para disponer después toda la reacción. Esa reacción puede ser un grito, una inflamación. Pero, y ese ha sido el gran descubrimiento, hay veces que las endorfinas actúan. Y entonces son como una auténtica barrera para la señal dolorosa, y o no llega, o llega de forma atenuada.
¿Sirve para algo?
No, y no tiene por qué existir. Aunque en principio puede servir de aviso y de alarma para señalar una lesión corporal, no todo es tan sencillo. Hay dolores que no implican peligro alguno y, sin embargo, graves enfermedades no provocan el más mínimo aviso, y cuando se detecta un síntoma cualquiera, ya suele ser tarde. Un aviso precoz hubiera sido muy beneficioso.
Y, en otros procesos, el dolor ni es aviso, ni alarma y, además, adquiere una intensidad brutal, como en el caso de los dolores de un miembro amputado, o las conocidas y tremendas neuralgias de trigémino. El dolor en estos casos es absolutamente inútil.
Por eso, los expertos sostienen que debe eliminarse y que hoy por hoy no se trata con la intensidad que se debería.