Socialmente sigue habiendo discriminación en torno a la epilepsia. Hace algún tiempo se puso en marcha una campaña internacional para abordar este problema con un lema bien significativo: ”Salir de las sombras, superando el estigma”. Es una discriminación que solo la sustenta la ignorancia, no solo de lo que es la enfermedad, sino de que un epiléptico puede vivir con total normalidad si dispone del tratamiento adecuado. El verdadero problema no es la epilepsia en sí, sino que, como dice la Organización Mundial de la Salud, un 80% de personas con la enfermedad no han sido ni diagnosticadas ni tratadas. Y hay que tener en cuenta que afecta a unos 50 millones de personas en todo el mundo.
Tampoco somos conscientes de que todos, en algún momento de nuestra vida, podríamos sufrir una crisis convulsiva o de tipo epiléptico. Porque como ya dijimos en alguna ocasión, el cerebro es un órgano electroexcitable y transmite constantemente impulsos mediante energía electroquímica. En un momento determinado, un grupo de células cerebrales puede aumentar su actividad eléctrica y lanzar una descarga excesiva. Sería la crisis que, si se repite, se llama epilepsia. Palabra que deriva del griego y que significa sorprender.
Por eso, en teoría, cualquier persona podría sufrir una crisis de este tipo. Porque ante un estímulo anormal, la respuesta patrón del cerebro es precisamente esa: la descarga excesiva.
La mayoría de crisis epilépticas no son convulsivas. Puede tratarse de una ligera pérdida de conciencia que dura unos segundos, eso que se llama ausencia. Puede ser un fenómeno sensorial raro; una conducta automática, etc, etc. Recuerde que todo depende de cuántas neuronas se vean afectadas y dónde...
Por eso hay que insistir en que una crisis aislada no tiene significación. Es la repetición de las crisis lo que caracteriza la enfermedad epiléptica. Aproximadamente cinco personas de cada cien sufren crisis aisladas. Y de ellas, solo cuatro de cada mil son epilépticos.
Lo que caracteriza la epilepsia es la repetición de las crisis. El intervalo entre una y otra es muy variable. Depende de cada enfermo y del tipo de epilepsia. Pueden ser esporádicas, de una o varias al año; o frecuentes, con una repetición de una o varias al mes. Incluso puede haber casos de varias crisis al día.
Una de las cuestiones que más consultas motiva es si la epilepsia es hereditaria. Y sólo se puede hacer una afirmación rotunda: las epilepsias hereditarias son raras. Es posible que se transmita genéticamente la posibilidad de padecer la enfermedad. Y será después una causa adquirida la que motive su aparición.
Pero debe quedar claro el mensaje: la epilepsia, hoy, es curable y no hay razón alguna para que estos enfermos sufran discriminación. Un epiléptico puede desempeñar normalmente su labor y pese a ello hay muchos lugares de trabajo en donde se exige un certificado de no padecer enfermedad epiléptica.
Y también existe la creencia (cada vez menor, afortunadamente) de que estos enfermos son agresivos. Eso es absolutamente falso. No hay más agresividad que en cualquier otro grupo de población. La generalización es tan injusta como gratuita.