De todos los cánceres de piel, que suelen ser benignos, el melanoma maligno es el que más preocupa, ya que no solo es capaz de provocar metástasis, sino que además puede desarrollarlas a una gran velocidad. De hecho, el melanoma es uno de los procesos cancerosos más graves. Y todos los especialistas llaman la atención sobre el riesgo creciente por un exceso de exposición al sol . De hecho, las personas que durante sus primeros años de vida hayan sufrido cinco quemaduras solares graves tienen bastante riesgo de padecer un melanoma. Porque esas radiaciones tienen memoria y se van acumulando. Es más frecuente en mujeres que en hombres y en ellas suele situarse en las piernas, mientras que entre los varones se localiza preferentemente en el pecho.
El riesgo de melanoma es mayor cuando se trata de exposiciones cortas e intensas al sol. Y sobre todo, si es una exposición estacional y de personas de piel blanca. Un estudio muy curioso llegó a la conclusión que hay más melanoma entre gente con mayor poder adquisitivo que entre los económicamente débiles. La razón es clara: quienes pueden pagarse unas vacaciones, acuden a zonas de playa y gustan de exponerse al sol. Sin embargo, aunque la incidencia es mucho menor entre los poco afortunados, en ellos resulta mucho más grave. Los pudientes tienen mejor y mas larga supervivencia, quizás debido a factores dietéticos y de salud general. O simplemente a que acuden tempranamente al especialista.
Entre los factores de riesgo externos figura en primer lugar, la exposición solar intermitente; por eso, los tomadores de sol estacional tienen mayor riesgo. Y sin embargo quienes trabajan al sol como campesinos o pescadores no suelen padecer melanoma.
Factores de riesgo
Hay personas que deben tener una protección especial por su riesgo. Son, por ejemplo, las que tienen:
- Pelo claro, rubio o pelirrojo.
- Antecedentes familiares de melanoma maligno.
- Una piel dañada por el sol, con manchas, fotoenvejecimiento.
- Más de 40 lunares.
- Han padecido tres o más quemaduras solares con ampollas antes de los 20 años.
Uno o dos de estos factores aumenta cuatro veces el riesgo de padecer un melanoma. Tres o más factores en un individuo aumenta el riesgo 20 veces más.
Y no se fíe de protectores. Cuando un individuo sin protección se expone al sol, el eritema primero y la quemadura después, le hace evitar esa exposición. Sin embargo, al utilizar protección, no hay quemadura, no hay aviso, no hay alarma. Y si bien las radiaciones que queman dejan de hacerlo, no así las otras que pueden estimular la transformación de un lunar benigno en algo maligno. Sin paliativos: cuanto menos sol, mejor.
Y una llamada de atención seria; se ha extendido la idea de que tomando rayos UVA de lámpara, se inicia el bronceado y después ya puede exponerse al sol sin peligro. Es un error grave. Es como si por tomar un aperitivo alcohólico pensáramos que el vino de la comida ya no va a hacer efecto.
Malentendidos frecuentes
La Academia de Dermatología quiso aclarar una serie de mitos que tenemos muy asumidos:
"Una sombrilla ofrece buena protección". FALSO. Los rayos que la rodean se reflejan directamente en la piel.
"El cielo nublado es inofensivo". FALSO. Aunque no se note el calor del sol, los rayos nocivos pueden alcanzar la superficie de la tierra a través de las nubes.
"Cuando llega a la playa se aplica el fotoprotector una vez y ya se está protegido para todo el día". FALSO
“Una piel bronceada ofrece mejor protección". FALSO. La melanina únicamente protege frente a los rayos Ultravioleta B, no frente a los UVA
"Los productos autobronceadores ofrecen protección solar". FALSO. El color marrón resulta de un proceso de oxidación, lo mismo que cuando una manzana partida a la mitad se oscurece. Sin embargo, estos productos están aconsejados si desea tener un color bronceado durante todo el año: son inofensivos y no tienen los efectos secundarios de las lámparas de rayos UVA.