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La frecuente e ignorada apnea de sueño
Ramón Sánchez-OcañaViernes 19 de julio de 2019
2 minutos
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Viernes 19 de julio de 2019
2 minutos
No somos conscientes de que de un buen sueño depende en buena parte la calidad de vida. Y uno de los problemas más comunes -y a la vez más ignorados- es la apnea. Es una parada respiratoria mientras dormimos. Y una de sus consecuencias es la hipersomnia diurna, es decir un sueño excesivo durante la jornada que impide prácticamente la realización de un trabajo sedentario. Pero como hay una deficiente oxigenación del organismo, la apnea repercute en muchos aspectos. Y por ejemplo, aumenta de manera notable el riesgo de ictus y de cualquier tipo de cáncer.
La apnea del sueño se caracteriza por interrupciones de la respiración superiores a los 10 segundos, hasta llegar a totalizar en algunos individuos entre dos y tres horas de inadecuada oxigenación en una sola noche. Cuando las apneas se repiten o duran mucho tiempo -se dan casos en que la ausencia de respiración puede prolongarse más de 90 segundos-, la suma del tiempo pasado sin oxigenación puede ser lo suficientemente grande como para generar problemas cardiorrespiratorios, como hipertensión pulmonar y arterial, arritmias, impotencia...
El control de esta enfermedad es también importante en el caso de pacientes con bronquitis crónica o enfisema pulmonar, ya que durante el sueño se registran mayores alteraciones del ritmo respiratorio.
Hay dos síntomas que si no son definitivos sí son alertadores: roncar y sobre todo, padecer mucho sueño durante el día. Como la parada respiratoria se prolonga, la reacción inmediata es un ronquido grande, como un bocado al aire para reponer y compensar esa falta de oxigenación. Ese “bocado” al aire se da, precisamente roncando. El segundo gran síntoma es la hipersomnia diurna. Basta sentarse a leer el periódico o a ver la tele, para que el sueño llegue.
Tiene solución y no difícil. Lo importante es llegar al diagnóstico exacto, lo que tras la sospecha, puede hacerse en un laboratorio de sueño. Los factores predisponentes son la obesidad, el consumo de tabaco y de alcohol. La administración de hipnóticos para dormir favorece también la aparición de las apneas.
El tratamiento más eficaz es la aplicación de una presión positiva continua por vía aérea a través de una mascarilla nasal. El paciente experimenta tan pronto el bienestar que supone una noche de descanso auténtico, que se olvida de la incomodidad de la mascarilla.