Las constantes que no están en equilibrio nos las suele descubrir un análisis rutinario. Nos fijamos en el colesterol, en la glucosa, y pocas veces en el ácido úrico. Excepto quien haya tenido ya algunos problemas con su consecuencia más conocida: la gota.
Cuando comemos, ingerimos como componentes básicos de la alimentación grasas, hidratos de carbono, y proteínas. Pues bien, como consecuencia de digestión de algunas proteínas, aparecen unas sustancias, que se llaman purinas. De la degradación de esas purinas, resulta, en parte, el ácido úrico.
Como nuestras células están en una renovación constante, también las que se mueren se degradan. Y como producto final, aparece ácido úrico. Es decir, que tenemos dos vías de obtención de ese ácido: la alimentación -proteínas y por tanto purinas- y la renovación celular.
Normalmente, dos terceras partes del ácido úrico se eliminan por la orina, a través del riñón. El otro tercio, se elimina por el aparato digestivo. Y es curioso hacer una observación: el exceso de ácido úrico nunca aparece en zonas de hambruna o en épocas de escasez. Por eso suele decirse que está ligado a la abundancia.
Un problema metabólico
Cuando el ácido úrico sube es porque hay un exceso. Y sólo hay dos razones para que eso ocurra: o porque en la dieta hay demasiadas purinas, y por tanto un exceso de alimentos proteicos, o porque existe algún problema metabólico, que lo acumula o que impide una correcta eliminación. Y este suele ser el más genera).
Su presencia muchas veces no se detecta. Aunque en ocasiones, el ácido úrico se deposita en lugares muy concretos. Por ejemplo, en unos abultamientos, como bolsitas, que técnicamente se llaman tofos y que no son otra cosa que auténticos depósitos de ácido úrico. Suelen aparecer en el borde de las orejas, en los codos o en el tendón de Aquiles. Por cierto: nunca se deben apretar, porque tienen una enorme facilidad para infectarse.
La gota
La manifestación más conocida del exceso de ácido úrico es la gota. Y concretamente, ese ataque doloroso en la articulación del dedo gordo del pie que se llama podagra. Un día, o mejor, una noche, un dolor fortísimo se localiza en el dedo gordo del pie. Y es que el ácido úrico se ha depositado en forma de uratos, auténticos cristales precisamente ahí, alrededor de la articulación del dedo gordo. Los cristales se clavan materialmente en la delicada disposición articular. Y como cuerpos extraños que son, movilizan nuestra defensa. Nuestros glóbulos blancos entonces establecen la lucha y es cuando se producen los típicos signos de hinchazón, enrojecimiento y dolor.
La preferencia por el dedo gordo del pie se debe a la temperatura y por eso las articulaciones más alejadas son las más propensas: el 90% de los ataques de gota se producen ahí. El 10% restante se puede localizar en cualquier otra articulación, aunque siguiendo esa misma regla de las distancias, el lugar más frecuente, tras el pie, es la rodilla, y después la muñeca.
El dolor que la gota produce es tal, que el gotoso suele decir que no puede soportar ni siquiera la sabana sobre el pie. Y es este un detalle interesante que añade otra característica del ataque de gota. Habla de sábanas, porque casi siempre los ataques se producen de noche.
Cuando se habla de ácido úrico suele asociarse a la gota. Sin embargo, debe saberse que la relación causa-efecto, no siempre se corresponde: no en todos los casos de exceso de ácido úrico hay gota, ni en todos los casos de gota hay exceso de ácido úrico.
De todas formas, las estadísticas son claras: El 90% de gotosos tiene problemas con su ácido úrico. Y cuando se reducen sus niveles la enfermedad queda controlada.
Controlar la dieta
El 75% de los gotosos, son obesos. Y hay una serie de alimentos que están absolutamente contraindicados para quien tenga algún problema de este tipo. Y son los que tienen un alto contenido en purinas.
No debe comer: vísceras de cualquier animal, pescados grasos, como sardinas, boquerones, arenques, ni almejas, ni huevas de pescado. Abstenerse de bebidas alcohólicas. No es que el alcohol actúe sobre la cantidad de ácido úrico, pero ayuda.
De vez en cuando puede comer: carne poco grasa, (pollo, ternera, jamón de york)., pescados como lenguado, lubina, bacalao, trucha, merluza, legumbres, setas, espárragos, espinacas. Vino muy aguado o cerveza de poca graduación.
Puede comer libremente, si no tiene limitaciones de otro tipo, huevos, leche, yogur, patatas, arroz, verduras, que no contienen prácticamente purinas.
¿Y el marisco?
A pesar de su contenido en acido úrico, muchos reumatólogos relativizan su peligrosidad. Lo que está demostrado es que el marisco afecta a la gota más si su consumidor es obeso que si tiene un peso correcto. El que más acido úrico contiene es el pulpo.
Curiosidades
Gotosos famosos han sido Carlos V, Felipe II, Enrique VIII, Lutero, Darwin, Benjamín Franklin, Miguel Angel, Newton...
Cada día es más frecuente. En el Reino Unido es donde más abunda. Y es muy escasa en los países árabes de religión mahometana, sin duda por la prohibición de comer carne de cerdo y de consumir alcohol.
La gota no suele producirse en gente joven. Y si se produce, hay que pensar que se trata de un hijo de gotosos porque, normalmente, es una enfermedad hereditaria y familiar.