Se conoce con el nombre de halitosis eso que popularmente llamamos “mal aliento”. Hay quien identifica el término con cacosmia, aunque en propiedad, cacosmia se emplea para designar la percepción subjetiva de un mal olor que, en realidad no existe.
Es un problema serio que impide en muchos casos una relación social normal y satisfactoria. Quien la padece puede sentirse rechazado porque hay una tendencia a creer que siempre que se padece ese mal olor de boca es por falta de higiene. Y no siempre es así.
La verdad es que en toda boca sana y limpia no tiene por qué haber ningún olor determinado salvo aquel que se deriva de la condición de cada uno. Porque cada uno tenemos un olor. Y un olor no motivado por el uso de determinados perfumes, sino por nuestro sistema de vida y la ingestión habitual de determinados alimentos. Por eso también el sudor de cada uno hace que tengamos un olor característico.
La halitosis se define como la percepción de un olor desagradable en la boca. Pero eso no significa que haya una enfermedad bucal. La causa de ese olor desagradable puede estar lejos. Porque hay que tener en cuenta que la boca es el conducto de salida del aire respirado y de las vías digestivas.
Puede provenir, por ejemplo, del pulmón y especialmente si se padece alguna enfermedad séptica, o de la faringe. O puede encontrarse el origen en la boca, en el propio estómago, en el intestino o en el hígado...
El porqué es, dentro de lo que cabe, sencillo. Cualquier sustancia orgánica, al descomponerse, huele. Una boca que no está en perfectas condiciones, es posible que acumule en algún rincón restos de alimentos que, al fermentar, desprenden olor. También puede ocurrir que una funda quede mal encajada y al no estar bien montada, por los resquicios se cuele algún elemento orgánico que acaba descomponiéndose y produciendo lógicamente el olor desagradable.
Si se padece algún problema pulmonar, esa afección dejará su rastro en el olor.
En las infecciones causadas por gérmenes anaeróbicos, es decir aquellos que no pueden vivir en contacto con el aire, se produce también un olor desagradable.
En otros casos pueden producirse dentro del organismo reacciones químicas que desprenden sustancias aromáticas, como es el caso de la urea. Y por último, no podemos olvidar que el aliento y la mucosa bucal es el medio de eliminación de sustancias que el organismo tiene.
También en los casos de sinusitis se produce halitosis. Las infecciones de los senos paranasales son la causa. Pero es mucho mayor la sensación de halitosis que padece el sujeto –que tiene alterado su olfato– que la sensación real. En definitiva, en los casos de sinusitis parece que la halitosis es más subjetiva.
Descartadas todas las causas anteriores, si hay una halitosis, se llama halitosis esencial, que es esa de la que no se está seguro de donde proviene.
Por ejemplo, hay quien sostiene que está originada por una alteración en la digestión normal, sobre todo, en la de las grasas. Se produce en quien come mucha grasa, o quien tiene trastornos de su metabolismo, o problemas de hígado. Hay quien apoya la idea de que la halitosis siempre es digestiva. Y de ahí que se produzca más en quienes comen carne y, sobre todo, que se manifieste, por ejemplo, en ayunas.
Algunos especialistas hablan de que siempre quedan partículas en las papilas y que al fermentar producen ese olor. Incluso una de las recomendaciones es la de cepillarse la lengua. Los bacteriólogos opinan que siempre se debe a que hay un cambio en la flora de la boca. Sin embargo, hay una cosa curiosa. Los niños pequeños no tienen una exquisita higiene en su dentadura. Comen y mastican. Y salvo excepciones extrañas ninguno tiene halitosis.
¿Qué puede hacerse?
Lo primero es distinguir la halitosis y buscar la causa. Porque si la halitosis es reflejo de un mal de hígado, de estómago o de un pulmón debe atajarse ese mal. Eliminada la causa, desaparecerá el efecto.
Si se trata de halitosis de origen desconocido los consejos son: higiene extremada, revisión bucal y enjuagues. Y suelen ser muy efectivas unas pastillas de clorofila (muy baratas) disponibles en farmacias.
Sin duda una de las causas más frecuentes de la halitosis radica no en una higiene deficiente, sino en una boca en mal estado.
Es curioso y en eso se basa también quien achaca a las vías digestivas todas las halitosis, la llamada “de ayuno”. Es esta que se padece al levantarse. No es una halitosis muy pronunciada, pero la boca tiene en ese momento un olor especial y característico. Y es que durante el día, la deglución de la saliva y la secreción van haciendo un lavado permanente de la boca, lavado que se paraliza durante la noche. Por eso las mañanas tienen ese especial sabor. Un buen cepillado y lavado es suficiente para eliminarlo.