A más de la mitad de la población adulta le duelen los pies. Y dos son las causas principales: que no les hacemos caso, y que no utilizamos el calzado adecuado. Por ejemplo, le llamará la atención el estudio del Hospital del Mar de Barcelona que dice que la mitad de los pacientes allí tratados, calzaba un número menos del que le correspondía. No hace mucho, la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria insistía en la cuestión. Muchas patologías que consideramos menores acaban pasando factura en forma de dolor. Y quizá con una plantilla adecuada se podría resolver. O no abusar del calzado demasiado plano. Por otra parte, la vida sedentaria influye de manera directa, aunque casi todos los especialistas están de acuerdo en que es en la elección del calzado en donde debemos fijar la atención.
En líneas generales, se recomienda utilizar calzado que tenga suela de caucho, cámara de aire y una buena plantilla interior. Por el contrario, no es aconsejable una suela excesivamente plana, ni utilizar tacón de forma continuada o que éste supere los 4 centímetros de altura. Para aquellos que trabajen con zuecos, se recomienda que tengan suela antideslizante, buena plantilla de amortiguación y sujeción trasera, entre otras características.
El calzado es uno de los factores que más influye en los trastornos del pie, sobre todo, en las mujeres. De cada cien pacientes afectados del antepié, 80 son mujeres y 20 son hombres.
El problema es que la mayoría de la gente no compra el zapato para los pies, sino para los ojos. Los compra con la vista. Aunque después el pie se queje. Afortunadamente, en la vida diaria eso ya va cambiando y se comprueba por el uso -y a veces abuso- de la zapatilla deportiva.
Juanetes
Los juanetes son, para ellas, el problema más común. En la mayoría de las ocasiones origina un problema doloroso aunque muchas veces es perfectamente tolerado y quien acude a una consulta lo hace por un problema estético. Aparece sobre todo en los años previos a la menopausia. Y aunque se atribuya siempre al tacón, hay que buscar también factores genéticos.
Cuando no es muy pronunciado y sobre todo cuando aún se es joven y cabe posibilidad de corrección, suelen proponerse unas férulas que se colocan durante la noche. Se colocan en la parte interna del pie, enderezando el dedo. Tiene utilidad muy relativa. Normalmente la solución es quirúrgica.
Los mayores
En el adulto, el calzado adquiere mayor importancia. Hay determinadas profesiones que obligan a estar muchas horas de pie. Y eso es un riesgo de deformación si no se lleva el calzado correcto. No es conveniente, salvo casos muy precisos, el tacón elevado, porque sitúa al pie en posición de permanente extensión de la planta, sobrecargando la bóveda anterior y acortando el arco plantar.
El ama de casa no deberá abusar de un calzado en el cual el pie esté totalmente relajado en el ir y venir durante sus labores. Es mejor un calzado que sujete el pie.
En la tercera edad, y debido a la atonía muscular y el relajamiento de los ligamentos, el pie debe ir siempre bien sujeto, sin oprimir. Y se puede compensar la dureza del piso del calzado utilizando una plantilla blanda.