
Jueves 16 de enero de 2020
2 minutos
No es cuestión -que se podría- de exigir exquisitez en el modo de dirigirse o comportarse en los programas de televisión. La educación elemental brilla por su ausencia en tantos casos que la horterada, el “delante mío”, el “perdona, perdona” para que no te quiten la palabra, es moneda corriente. Y demasiado constante.
En muchos casos se debe a que quienes se asoman a la pantalla ignoran o se han olvidado de que se meten en la casa de todos, que llegan de visita e irrumpen en vez de llegar, como debería de ser, casi de puntillas y como pidiendo permiso.
Otros modos son manifiestamente condenables. Por ejemplo, los escupitajos en el fútbol. Los futbolistas escupen continuamente -¡incluso hay porteros que se escupen en los guantes!-. Y por ejemplo, los jugadores de baloncesto que corren y saltan y hacen el mismo ejercicio mantienen la pista tan impoluta que cuando alguien se cae, salen a limpiarla de manera inmediata. Lo de escupir es una continuada zafiedad.
Y ahora surge otra moda: el chicle. Nada hay que objetar a que el entrenador de turno utilice goma de mascar para calmar los nervios. Pero, hombre, ¡que cierre la boca!. Ese continuo subir y bajar de la mandíbula con la boca abierta es de una ordinariez supina.
Y solo unas palabras más sobre los programas de cocina. Que también desde ahí se puede educar o enseñar modales incorrectos. Por primera vez vi el otro día a Samanta Vallejo-Nájera extraer los berberechos de su cáscara con pinzas. ¡Correcto!. Más cómodo seria para ella utilizar las manos. Pero ese manoseo con que nos ofrecen sus recetas la mayoría de los cocineros no deja de ser un modelo inadecuado. No es cuestión de sembrar escrúpulos; sino de crear actitudes verdaderamente sanas. Y las manos, en la cocina, tienen sus indicaciones. No pueden ser para todo y en todo momento. ¿O no les importa a ustedes cómo manosean el arroz, por ejemplo, para hacer los rollitos japoneses?
Me da la impresión de que cuanto menos se sobe la comida, mejor, más higiénica y más limpia. Y sobre todo, para el que lo ve desde casa, una forma más correcta de tratar los alimentos.