No suele analizarse que uno de los síntomas de vejez es que nos 'pesan' los párpados. Con la edad, los músculos –todos– se van distendiendo, y los de los párpados, también. Por eso se observa que no se ciñen al ojo, sino que quedan con una holgura que a veces puede ser muy llamativa. El párpado aparece separado. Es normal y no plantea más problema que el de la sobreexposición del ojo al ambiente.
La presbicia –eso que popularmente llamamos 'vista cansada'– es la pérdida del poder de acomodación del ojo. El sistema de enfoque, a base de músculos, va perdiendo capacidad. Al principio lo paliamos estirando el brazo, pero poco a poco no tenemos más remedio que acudir a las lentes y cada vez con mayor graduación. Solo para enhebrar la aguja o para hacer el crucigrama; pero después, ya para todo.
La gran mayoría sufre la presbicia como algo absolutamente normal y acude a las correcciones para poder tener una buena visión.
La 'tercera visión'
Se habla ya de la 'tercera visión' identificándola con la visión en la tercera edad. Tras la acomodación, el segundo problema con que se enfrenta la edad es con la convergencia.
Convergencia.- Cuando nos fijamos en un objeto, los ojos convergen hacia ese punto y luego se acomodan, de modo que cuando más cerca se encuentra el objeto, más convergen. La convergencia está limitada por la distancia. Y esa distancia varía con la edad del individuo. Por eso, ese grupo de población tendrá en buena parte problemas de convergencia que se han de manifestar en la visión de cerca.
Iluminación.- La edad influye de manera determinante en la iluminación necesaria para captar detalles de los colores violeta y azul. Los medios oculares además, amarillean y se produce, por un lado, una pérdida notable de la luz que llega a la retina. Un individuo de 65 años necesita tres veces más de luz que uno de 25 para poder realizar algo en las mismas condiciones. Además si la luz es violeta o azul, produce un velo de luz parásita, disminuyendo el contraste y por tanto, la percepción. Por eso los mayores suelen quejarse de “la poca luz” de los tubos fluorescentes. Y otro ejemplo es cuando leen en revistas y folletos algún texto impreso sobre un color. La dificultad de visión es mucho mayor. Se reduce de forma notable el campo visual.
Cataratas.- La inestabilidad del cristalino da lugar a la aparición de opacidades. El cristalino se va volviendo opaco y la visión se hace borrosa. Los colores se perciben, pero el contorno, no. Es la catarata senil. La operación de cataratas es sencilla y rápida. Pero el cristalino opacificado que se extrae supone una corrección necesaria de 12 dioptrías. Y se resuelve o con gafas pesadas y gruesas o con el implante, durante la misma intervención, de lentes intraoculares.
Cuando el ojo se seca
No es muy frecuente, pero sí importante este conjunto de síntomas que se definen como de 'ojo seco'. Se debe, como no es difícil deducir, a una alteración bien en la cantidad de lágrima, bien a un cambio en su composición que las hace menos útiles para la labor que desempeñan. Y las causas que llevan a ese cambio lacrimal se acentúan siempre con los años. El síndrome del ojo seco afecta con más frecuencia a las mujeres que a los varones.
El exceso de luz
También con los años se pueden producir problemas que conllevan una intolerancia a la luz. La reacción del ojo ante el exceso de luz es inmediata. Si normalmente tenemos un parpadeo cada dos segundos o tres, cuando estamos expuestos a un exceso de luz, el parpadeo es intenso y en décimas de segundo. Lo curioso –y conviene insistir en ello– es que la gente de ojos claros padece más intensamente la fotofobia, ya que sus ojos contienen menos pigmento que les proteja. Y precisamente por eso, las razas de zonas soleadas suele tener los ojos oscuros y las de lugares de menos cantidad de sol tienen los ojos claros.
Unas buenas gafas de sol, que filtren los rayos ultravioleta, paliaran el problema.
Tensión ocular
Es importante revisar la tensión ocular, ya que un aumento puede ocasionar glaucoma, que es una de las principales causas de ceguera. Al aumentar esa tensión, es posible que el nervio óptico pierda su función y no pueda transmitir al cerebro lo que el ojo mira. Y hay una serie de avisos a tener en cuenta. El primero quizá sea el del cambio frecuente de gafas. Como si no encontrara ninguna que le quedara bien. Suele haber una pérdida de visión lateral, como si tuviera que mirar siempre de frente. También hay dificultad en ajustar la vista en lugares oscuros, como en el teatro o en una sala con poca luz.