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Ortorexia: obsesión por la comida sana
Ramón Sánchez-OcañaMartes 22 de octubre de 2019
2 minutos
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Martes 22 de octubre de 2019
2 minutos
La "ortorexia" empieza a mostrarse en muchos sectores y la podemos definir como la obsesión patológica por la comida sana y biológicamente pura. Si la anorexia y la bulimia son trastornos por la cantidad de comida, la ortorexia seria por la calidad, atribuyendo a determinados alimentos virtudes exageradas. Son quienes creen que a través de la dieta van a alcanzar la plena y permanente salud y que una dieta inadecuada es la causa de todos los males.
Por ejemplo, analizan continuamente los componentes de lo que comen. Eliminan todo lo que les parezca sospechoso de tener sustancias artificiales, pesticidas, herbicidas… Y claro, uno de los riesgos es que se eliminan de la dieta grupos de alimentos que pueden ser básicos con el riesgo de padecer anemias o carencias de vitaminas o minerales. Es el caso de la actriz Julia Roberts, por ejemplo, que parece ser que toma litros y litros de leche de soja al día; y concretamente lleva en su bolso, permanentemente un litro de esa leche. Winona Ryder solo toma coca-cola orgánica, dicen que Jean Paul Gaultier toma 68 zumos de naranja al día y que Mel Gibson no come pechuga de pollo porque cree que desarrolla las mamas del varón (seguramente se basa en informaciones ya obsoletas de cuando se engordaba a los pollos con hormonas).
Un psiquiatra americano que padecía el problema y luego se arrepintió ha elaborado un test para detectar el trastorno. ¿Quiere saber si es ortoréxico? Estos serían los síntomas :
¿Pasa más de 3 horas al día pensando en su dieta sana?
¿Se preocupa más de la calidad de los alimentos que del placer de comerlos?
¿Cree que con la calidad de su comida aumenta su calidad de vida?
¿Se siente culpable cuando se salta sus normas dietéticas?
¿Le aísla socialmente su manera de comer?
¿Se ha vuelto más estricto consigo mismo?
¿Aumenta su autoestima cuando cree que come alimentos sanos para su salud?
Insisto: no hay que obsesionarse. Y hay que ser consciente, pese a esas campañas que nos asustan hablando de “la basura que comemos” de que nunca se ha vivido ni tanto ni tan bien como ahora…