Todos los años y desde muchas instancias se difunden los peligros que para la piel tiene esa costumbre de tostarse al sol, vuelta y vuelta. Y seguimos dando a la piel morena una consideración de saludable que no es real. Hay que recordar que ponerse moreno no es otra cosa que la forma que tiene la piel de defenderse de las radiaciones nocivas. Se activa la melanina, que abre su escudo oscuro para filtrar las radiaciones. Y nosotros, cometemos la torpeza de hacer de este mecanismo de defensa un fin. La piel se pone morena para protegerse, no para estar más bella. Y solemos olvidar, que es lo más grave, que la piel tiene memoria, que es una forma gráfica de señalar que las radiaciones solares son acumulativas; es decir, que año tras año, esas agresiones se van sumando para acabar arrugando la piel, acartonándola o, en el peor de los casos, forzando a una degeneración celular.
Y habrá que llamar la atención sobre los que han sufrido quemaduras en alguna ocasión. No es raro que muchos jóvenes que acuden a la playa con la sola compañía de la toalla presenten quemaduras más o menos notables. Pues bien, se calcula que una de cada 90 personas va a tener un riesgo fundado de padecer cáncer de piel. De todos los cánceres de piel, que suelen ser benignos, el melanoma es el que más preocupa, ya que no solo es capaz de provocar metástasis, sino que además puede desarrollarlas a una gran velocidad. De hecho, el melanoma maligno es uno de los procesos cancerosos más graves.
Las personas que durante sus primeros años de vida hayan sufrido cinco quemaduras solares graves tienen bastante riesgo de padecer un melanoma, dicen los mayores expertos.
También es cierto que el aumento de estos cánceres puede ser debido no solo a la mayor exposición solar que se tiene actualmente sino también a que esos rayos llegan sin el filtro que suponía la capa de ozono. Si esa capa no existiera los rayos solares quemarían diez veces más, debido a la radiación ultravioleta.
El riesgo de melanoma es mayor cuando se trata de exposiciones cortas e intensas al sol. Y sobre todo, si es una exposición estacional y de personas de piel blanca. De ahí que por ejemplo, sean los australianos los que tienen más riesgo. Como detalle curioso puede decirse que los escoceses de alta posición económica también tienen un riesgo alto. Y es debido a que se pueden permitir pasar las vacaciones en zonas del sur de Europa, al sol.
Ahora bien: no todo es malo cuando nos exponemos al sol. De hecho, el cuerpo humano tiene necesidad de tomar el sol un rato cada día; por supuesto con toda la protección y evitando quemaduras. Pero el sol nos da reservas de vitamina D, que podemos aprovechar más que otros por nuestra condición de país mediterráneo. Y hay quien sostiene que esa síntesis de vitamina D posee la capacidad de regular directa o indirectamente más de 200 diferentes genes, algunos de los cuales controlan la proliferación, la diferenciación, la apoptosis (“suicidio”) y la angiogénesis celular, fenómenos implicados en los procesos cancerígenos.