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Los piojos ya vuelven... al colegio
Ramón Sánchez-OcañaFoto: Bigstock
Lunes 4 de octubre de 2021
4 minutos
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Foto: Bigstock
Lunes 4 de octubre de 2021
4 minutos
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En contra de la creencia popular, sólo el ser humano padece su parasitación. Los animales no nos los transmiten. Para el piojo el único proveedor de sangre es el hombre.
Como cada año por estas fechas, vuelve el tema de los piojos. Su definición dice que es un insecto del orden anoplura, de la familia de los pediculidus, género pediculus, especie humanus y de variedad capitis (Capitis porque hay tres tipos de piojo, este de la cabeza que nos preocupa ahora; el del cuerpo y vestidos, responsable de la difusión del tifus exantemático que no es frecuente; y el del pubis, que popularmente se llama ladilla).
Uno de los mitos que hay que desterrar es el de creer que esta parasitación esta relacionada de manera directa con la falta de higiene. Los piojos independientemente de la limpieza, lo único que buscan son los vasos sanguíneos de la cabeza para alimentarse. En sus pequeñas antenas, el piojo tiene unos sensores que le orientan y en cuanto localizan un vaso sanguíneo, su pequeña trompa actúa y chupa un poquito de sangre. Pueden vivir entre los quince y los treinta y ocho grados. Pero mueren a más de 40. El calor húmedo a 60 grados, destruye los huevos en un cuarto de hora.
Los piojos se alimentan de la sangre de quien parasitan. Se instalan y con esa trompa perforan y chupan la sangre, solo del ser humano.
Tenemos la idea de que cuando llegan los piojos, su invasión es muy numerosa. No es cierto. No hay más de 30 o 40, que se sitúan por el área de la nuca y detrás de las orejas, quizá porque son zonas de mayor temperatura. Cuando una hembra de piojo es fecundada, inicia la puesta apenas 24 horas después. Durante un mes, aproximadamente pone 7 u 8 huevos diarios. Los pone a dos centímetros del cuero cabelludo, para que estén a la temperatura adecuada. Para que no se caigan, los pega al pelo con una especie de cemento. Ese huevo se llama liendre.
Hay que insistir en que es sólo el ser humano el que padece su parasitación. Los animales no nos los transmiten, ya que para el piojo el único proveedor de sangre es el hombre.
El contagio
Siempre es por contacto directo de infestado a limpio. Mas en mujeres que en hombres. La infestación es escasa en niños menores de cinco años y muy frecuente entre los cinco y los catorce.
Contagiarse por huevos unidos a pelos sueltos es muy difícil, ya que el huevo para madurar tiene que estar por lo menos una semana a la temperatura de la cabeza. Los piojos que puedan caer sobre hombros o respaldos de sillones tampoco contagian porque o están muertos o son muy débiles.
Siempre se le dio al peine mucha importancia en la cadena de contagio del piojo. Hoy se sabe que no tienen ningún papel en ese contagio, ya que las liendres que el peine pueda desprender de una cabeza, ya no podrán fijarse nuevamente en otro lugar.
El problema
Es verdad que no plantean problemas graves. Pero hay que ser conscientes de que el piojo para subsistir actúa como una jeringuilla: clava en lugar donde hay líquido y succiona para extraerlo. Y además, expulsa una saliva irritante en el lugar donde clava, que produce una roncha, que pica. Eso acaba produciendo una enorme irritación. Nos rascamos. Ese rascado inflama y produce muchas veces una pequeña herida que va a ocasionar una infección.
Las recomendaciones
La Organización Mundial de la Salud recomienda la aplicación de permetrina al 1 por 100, que es el antipiojo menos tóxico para el hombre. Esta sustancia es neurotóxica para el parásito y le produce parálisis y muerte.
También se puede aplicar un insecticida que tenga acción sobre el piojo adulto y sus huevos. Las liendres deben eliminarse de forma manual o con un peine especial.
Consulte con su farmacéutico.