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Los pulmones, una esponja milagrosa
Ramón Sánchez-OcañaViernes 4 de septiembre de 2020
2 minutos
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Viernes 4 de septiembre de 2020
2 minutos
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Si pudiéramos desplegar nuestros pulmones podríamos cubrir una pista de tenis. Miden 40 veces más que la superficie externa del cuerpo. Y todo, para que podamos realizar el intercambio de gases que sustenta nuestra vida, para que podamos respirar. Pero los años van reduciendo su capacidad, hasta el punto de que una persona de 80 años tiene la mitad de capacidad para captar oxígeno que una de 30.
Eso, si han sido bien tratados y no agredidos por el tabaco. Porque el tabaco se cobra dos facturas carísimas: la bronquitis y el enfisema. Y es que por ese hábito constante y repetido a lo largo de los años, se produce esa enfermedad inexorable que se llama bronquitis crónica.
No da síntomas alarmantes sino que se van instalando poco a poco, con la suficiente lentitud como para que la víctima encuentre razones y disculpas para esa fatiga, esa tos, para ese catarro que no acaba de curarse... Los bronquios se van estrechando poco a poco. Los cilios que son esos pelillos de la limpieza que tapizan los conductos, destruidos por el tabaco, no pueden actuar y las sustancias tóxicas se acumulan. La única posibilidad de liberarse es la tos y la expectoración.
Pasan los años y entonces esa tos y esa fatiga por andar un poco más deprisa o subir una escalera, se hacen habituales. Hasta llegar a la insuficiencia respiratoria. Al no ventilar bien, los pulmones se van distendiendo. Los alvéolos se llenan de aire que no sale. Y acaban rompiendo sus paredes y perdiendo su función. Es como si a una esponja le vamos rompiendo los agujeritos. Los pulmones están tan distendidos que no tienen capacidad. Quedan como un fuelle roto. La respiración de hace superficial y angustiosa. La calidad de vida que se pierde es dramática. Porque es una lucha angustiosa por el aire. Y no es una infección, sino un deterioro ganado a pulso durante años y durante cigarrillos y cigarrillos. Es el enfisema.
El tratamiento puede ser paliativo. Pero como se trata de la rotura interna del pulmón es irreversible. Y asómbrese de la perfección pulmonar: si lleva 12 minutos leyendo esto, y en reposo, ha respirado, sin enterarse, aproximadamente 192 veces (16 cada minuto).