En estas fechas, todos los medios de comunicación nos alertan de los cuidados que debemos tener frente al sol, en la piel, en los ojos, en la cabeza... Y pocas veces se nos insiste en los beneficios saludables que nos pueden proporcionar los baños en la playa. Porque en síntesis, se puede decir que los baños marinos son un mar de salud. Es verdad que cuando llegaron los primeros bañistas a mediados del siglo XIX se ofrecían los baños como una panacea: como si fuera un moderno anuncio se garantizaba salud para los deprimidos, para los nerviosos, para los asmáticos, para los tísicos, para los cardiópatas... y para los impedidos, que se acercaban a la orilla en angarillas o portados por sus sirvientes...
Los beneficios
La primera ventaja que ofrece el baño en agua de mar, es la orilla en sí. La ionización de la atmósfera en esa zona, ayuda a la asimilación de vitaminas y en general, nos hace sentirnos más tónicos.
Y como decía el dr. Hernández de Sande, especialista santanderino, esos iones del clima marino “normalizan los componentes de la sangre, ayudan a la recuperación cardiovascular, aumentan el umbral del dolor y regeneran mejor nuestros alveolos pulmonares”.
Y comenta algo verdaderamente llamativo “una fractura se consolida tres veces más deprisa en un medio marino que en agua dulce.”
“El aire marino -sostiene- es de gran pureza y un metro cúbico de aire en alta mar, no contiene germen alguno; a 200 metros de la costa, ya tiene 100; a tres kilómetros hacia el interior ya se encuentran 10.000 y más de 50.000 en un lugar como el centro de Madrid”.
Por si fuera poco, el baño en agua de mar, tiene otras ventajas notables. Por ejemplo “un cuerpo de 80 kilos, cuando se sumerge en el mar, pesa tan solo 8 kilos debido a la densidad que el agua de mar tiene. Así, el baño logra una mejor y mayor movilidad articular y un aumento de la potencia muscular. Además, no es desdeñable la acción que a modo de masaje produce el movimiento del agua sobre nuestra piel.
A todos esos beneficios pueden unirse los de tipo dermatológico, como la psoriasis, la dermatitis atópica o el acné, que mejoran de forma notable en presencia del agua de mar.
El segundo escalofrío
No es recomendable una inmersión brusca, sobre todo si se tiene el cuerpo -tras ejercicio físico o larga exposición al sol- a temperatura alta.
Sin embargo, cuando se trata del baño terapéutico los especialistas aconsejan acercarse al agua y sin tirarse, agacharse hasta que el agua nos llegue al cuello. Se trata con ello de lograr lo que se llama un primer escalofrío. Hay una reacción de vasoconstricción muy saludable. Después, ya puede uno estirarse y nadar o jugar. Esa sensación inicial pasa pronto y aparece una fase que, como reacción, es de vasodilatación. Es cuando uno disfruta realmente del baño. Ya no siente frío de ningún tipo y el cuerpo se atempera; es cuando encuentra que el agua está muy agradable.
Poco tiempo después aparece sensación de frío. No deberíamos dejar que llegara. Ese segundo escalofrío es el aviso que el organismo nos envía para decir que ya está bien de baño. Lo ideal sería salir antes de ese momento, con el fin de descansar un buen rato e intentar un nuevo baño un par de horas más tarde.
Los consejos
Antes de bañarse, hay que aclimatarse al nuevo entorno. Si viene de lejos, no se bañe nada más llegar a la playa. Espere un par de días.
Las horas mas aconsejables son entre las diez de la mañana y las cinco de la tarde.
Sería deseable bañarse con la marea alta. El agua estará más caliente, más próxima y más limpia.
Si hace ejercicio o toma el sol antes de bañarse, recuerde no someter el cuerpo a bruscos cambios de temperatura.
No se bañe más de 20 minutos seguidos, sobre todo en el norte.
Tras el baño, recuerde que debe secarse bien y poner los filtros solares adecuados. (Si no se seca, las gotas de agua que quedan sobre la piel actúan como lupas antes de secar).
Sobre el autor:
Ramón Sánchez-Ocaña
Ramón Sánchez-Ocaña (Oviedo, 1942) es miembro del Comité Editorial de 65Ymás. Estudió Filosofía y Letras y es licenciado en Ciencias de la Información. Fue jefe de las páginas de Sociedad y Cultura de El País, y profesor del máster de Periodismo que este periódico organiza con la Universidad Autónoma de Madrid.
En 1971 ingresa en TVE. En una primera etapa se integra en los servicios informativos y presenta el programa 24 horas (1971-1972). Entre 1972 y 1975 continúa en informativos, presentando el Telediario. No obstante, su trayectoria periodística se inclina pronto hacia los espacios de divulgación científica y médica, primero en Horizontes (1977-1979) y desde 1979 en el famoso Más vale prevenir, el cual se mantiene ocho años en antena con una enorme aceptación del público.
Tras presentar en la cadena pública otros dos programas divulgativos, Diccionario de la Salud e Hijos del frío, fue fichado por Telecinco para colaborar primero en el espacio Las mañanas de Telecinco y posteriormente en Informativos Telecinco.
Es colaborador habitual de radio, periódicos y revistas, y autor de una veintena de libros, entre los que destacan Alimentación y nutrición, Francisco Grande Covián: la nutrición a su alcance, El cuerpo de tú a tú: guía del cuerpo humano, Guía de la alimentación y Enciclopedia de la nutrición.
En 2019 entró en el Comité Editorial del diario digital 65Ymás, en el que colabora actualmente.