Ramón Sánchez-Ocaña
Opinión

¿Sabemos respirar?

Ramón Sánchez-Ocaña

Foto: Bigstock

Lunes 10 de mayo de 2021

5 minutos

¿Sabemos respirar?

Foto: Bigstock

Lunes 10 de mayo de 2021

5 minutos

Píldoras

 

Respiramos mal. Lo hacemos constantemente pero como no nos hemos molestado en aprender, lo hacemos de manera deficiente. Y hay que insistir en que de una correcta respiración depende en gran parte una buena salud.

Partamos de la base de que en muchísimas ocasiones por una comodidad mal entendida respiramos por la boca. Y eso se traduce en que además de llevar a nuestros pulmones un aire que no está en las debidas condiciones, en un riesgo claro de faringitis.

Nuestro organismo está preparado para recibir el aire por la nariz que  dispone de lo necesario para cumplir las tres funciones que tiene encomendadas: Filtrar el aire a través de los pelillos y conductos que posee, humedecerlo a través de su mucosa y por último atemperarlo para que al llegar a los pulmones no esté ni excesivamente frío, ni excesivamente caliente.

Por si fuera poco, esa mala costumbre de respirar siempre por la boca puede acabar deformándola o forzando a posturas nada aconsejables.

El oxígeno

La vida gira alrededor del oxígeno, que está contenido en la atmósfera en una proporción constante: el 21 por 100. Cuando respiramos, tomamos oxígeno del aire, para que la sangre lo transporte a todos los rincones del organismo, a través de su circulación. (De paso, la sangre recoge los restos que las células producen). Los glóbulos rojos son auténticos repartidores de oxígeno. Son los encargados del intercambio gaseoso necesario para la vida. Ellos llevan el oxígeno a todas las células y recogen los productos de deshecho, el gas carbónico. Llegan a los pulmones depositan allí el gas carbónico y vuelven a cargarse de oxígeno para repetir el viaje una y otra vez.  En los pulmones es donde se produce ese intercambio de gases. En síntesis, el aire penetra -debe penetrar- por la nariz. Por la tráquea llega a los bronquios que llevan cada uno a un pulmón. Los bronquios se van dividiendo en ramificaciones cada vez más pequeñas que acaban en el tejido pulmonar. Ese viaje del aire se produce de forma constante.

Los pulmones están prodigiosamente concebidos. Tanto, que si los pudiéramos desplegar ocuparían una superficie cuarenta veces mayor  que la de nuestro propio cuerpo. Una superficie de más de 80 metros cuadrados. O para tener una imagen más clara: como una pista de tenis.

Cada minuto, la sangre da varias vueltas por todo nuestro organismo. Aproximadamente movilizamos en ese minuto unos 20 litros de sangre. Y cada litro lleva aproximadamente 160 centímetros cúbicos de oxígeno.

Puede comprenderse que toda la vida, todo tipo de vida gira en torno a ese preciado gas. Pero pese a su importancia, no se nos ha enseñado a utilizarlo en su plenitud. Normalmente respiramos por la boca y de forma muy superficial. Una respiración correcta nos proporciona mayor cantidad de oxígeno; pero tendemos a una respiración apical, es decir de la parte alta de los pulmones. Y debería ser de tipo distal o basal. Es decir de la parte baja de los pulmones, que además moviliza los músculos del tórax. Al desplegarlos por decirlo así, las costillas hacen expandirse a los pulmones, con los que estos demandan más cantidad de aire. El intercambio se hace de forma total. Con la vida que llevamos, el sedentarismo del trabajo, la falta de movilidad, pocas veces llegamos a activar esa zona pulmonar que es además, la más vascularizada.

Otro modo de respiración muy interesante es el diafragmático, es decir movilizando diafragma, iniciando el despliegue pulmonar desde su base, con lo que activamos toda la masa pulmonar.

Pensemos: la superficie de los alvéolos pulmonares que se inundan de oxígeno en cada respiración se estima, para el adulto, en 80-90 metros cuadrados. Los capilares sanguíneos del pulmón donde se efectúa la recarga del oxígeno, tienen una superficie de 140 metros cuadrados.

  •  La edad reduce la capacidad pulmonar. Si la sangre de un hombre de 20 años recibe 4 litros de oxígeno por minuto, la de un hombre de 80 años, apenas 1,5.

La agresión del tabaco 

Un fumador medio aspira unas doscientas chupadas al día, lo que significa que cada mes aspira humo unas 6000 veces. Al año, porque en esto no suele haber vacaciones, son 72.000. Es decir que un fumador de 45 años que haya empezado a fumar a los 15 ha inhalado más de dos millones de veces el humo del tabaco... Así que por los pulmones del fumador pasan miles de litros de aire tóxico que van destruyendo ese preciso mecanismo que decíamos al principio. La consecuencia es que el calibre del bronquio y de sus cada vez más estrechos conductos se va haciendo menor. La respiración se hace sibilante. Más de un fumador habla de que tiene como un gato en la garganta. Pasa el tiempo. Pasan muchos pitillos. Y entonces esa tos y esa fatiga por cosas pequeñas, como andar un poco más deprisa, se van a  hacer habituales. Y el final será la insuficiencia respiratoria. Al no ventilar bien, los pulmones se van distendiendo y los alvéolos se llenan de aire que no sale... Incluso, los alvéolos, distendidos, van rompiendo sus paredes. Imagínense una esponja que se fuera rompiendo por dentro y perdiera su capacidad de absorber. Así queda el pulmón destruido por el enfisema o por la obstrucción.

Sobre el autor:

Ramón Sánchez-Ocaña

Ramón Sánchez-Ocaña

Ramón Sánchez-Ocaña (Oviedo, 1942) es miembro del Comité Editorial de 65Ymás. Estudió Filosofía y Letras y es licenciado en Ciencias de la Información. Fue jefe de las páginas de Sociedad y Cultura de El País, y profesor del máster de Periodismo que este periódico organiza con la Universidad Autónoma de Madrid. 

En 1971 ingresa en TVE. En una primera etapa se integra en los servicios informativos y presenta el programa 24 horas (1971-1972). Entre 1972 y 1975 continúa en informativos, presentando el Telediario. No obstante, su trayectoria periodística se inclina pronto hacia los espacios de divulgación científica y médica, primero en Horizontes (1977-1979)​ y desde 1979 en el famoso Más vale prevenir, el cual se mantiene ocho años en antena con una enorme aceptación del público.

Tras presentar en la cadena pública otros dos programas divulgativos, Diccionario de la Salud e Hijos del frío, fue fichado por Telecinco para colaborar primero en el espacio Las mañanas de Telecinco y posteriormente en Informativos Telecinco.

Es colaborador habitual de radio, periódicos y revistas, y autor de una veintena de libros, entre los que destacan Alimentación y nutrición, Francisco Grande Covián: la nutrición a su alcance, El cuerpo de tú a tú: guía del cuerpo humano, Guía de la alimentación y Enciclopedia de la nutrición

En 2019 entró en el Comité Editorial del diario digital 65Ymás, en el que colabora actualmente.

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